El vuelo de United Airlines UA 966 salió por itinerario a las 5:00 p.m. el dia 9 de noviembre, 2013, del Aeropuerto Internacional Washington Dulles (IAD) con destino al aeropuerto Fiumicino en Roma (FCO). Tenía como fin cumplir un itinerario por la Unión Italiana, parte de la División Inter-Europea (EUD). Estaba amaneciendo ese dia domingo cuando el avión hizo su aproximación a la histórica ciudad de Roma. Era la Roma de los Césares, la sede del imperio que dominó la Cuenca del Mediterráneo, la Ciudad de las Siete Colinas donde también el cristianismo afianzó su poder e influencia cuando la sede del imperio se reubicó en Bizancio cuyo nombre se cambió a Constantinopla, la actual Estambul en Turquía.

Era la Roma que vió el surgimiento acelerado del cristianismo, y también la Roma que generó el gran cisma (o división) entre Oriente y Occidente, quedando la rama occidental del cristianismo en Roma, que llegó a convertirse en la Iglesia Católica Romana (con el Latín como su idioma oficial), y en Estambul, la rama oriental del cristianismo que se convirtió en la Iglesia Ortodoxa Griega, (con su idioma oficial el Griego).

Visité Roma por primera vez en 1975, pero fue una visita corta de solo unos dias. Esta vez sería un poco mas larga, pues incluiría además de Roma, la isla de Sicilia al sur de Italia, y Florencia, al norte de Italia. Desde el tiempo de los Césares, Roma ha cambiado mucho. Hoy es una ciudad cosmopolita. La inmigración proveniente de Africa, Asia, America, y el mismo movimiento Europeo han hecho se convirtiera en una ciudad internacional que pertenece a muchos y no solo a los descendientes de los Césares.  Pero algo todavía queda de esa herencia romana: Queda el prestigio del imperio, la historia y la influencia de Roma, y el sentirse orgulloso de esta tierra que da albergue a miles de inmigrantes y que todavía siente que tiene una posición clave en el mundo. Todavía nos quedan algunas cosas más por aprender de esta histórica ciudad.

Al cumplir nuestra misión en Italia, y al tomar el avión de regreso a Washington, miraba y admiraba las calles y monumentos de Roma con un sentimiento de nostalgia, y solo pude decir: Arrivederci Roma (expresión italiana que quiere decir: Hasta la vista, Roma).