Aunque las condiciones han sido modificadas en el mundo del Siglo XXI debido a las transformaciones introducidas por la tecnología y el aumento de la investigación, el ministerio pastoral adventista no puede eludir el cumplimiento de su función espiritual. Debe mantener los mismos principios y valores definidos por Dios en el Monte de Sinaí, independientemente de la época, la cultura o la región geográfica. Dios le dió a Moisés principios y valores de aplicación universal, es decir, de beneficio para todos los pueblos y culturas . Al tratar de cumplir su misión, el ministerio pastoral adventista enfrenta desafíos de liderazgo que en unos casos dificulta, y en otros prácticamente obstaculiza o impide alcanzar los objetivos espirituales afines a su ministerio.
- El Desafío de los Niveles Superiores. Se entiende aquí por niveles superiores, el liderazgo ejercido por la Asociación local, la Unión, la División y la Asociación General (nomenclatura que identifica la organización interna de la iglesia y que cubre todo el mundo), quienes de una manera directa o indirecta, se relacionan con, y se proyectan a, las iglesias locales que es el nivel donde los pastores realizan principalmente su función pastoral. El mayor desafío en los niveles superiores es tener “líderes-que-no-son-líderes”, pues la determinación de un comité que se convierte en un nombramiento, no hace automáticamente líder a alguien que no tiene el carisma y las características requeridas para un buen liderazgo. Se puede tener la designación oficial, la posición otorgada, la autoridad legal, pero si no tiene la influencia y el reconocimiento de la población que está bajo su dirección, este líder no es líder. En otras palabras, figura como líder, pero no es aceptado o reconocido como líder. Es el dilema de ser-y-no-ser, de alguien que es-y-no-es, aunque es.
La escasez de verdaderos líderes ha existido desde hace mucho tiempo. Pero hoy en día, los constituyentes han impuesto una presión incuestionable para que se ubiquen en posiciones de liderazgo, individuos que ejerzan una representación geográfica. Quienes solicitan esta representación geográfica creen firmemente, que tales líderes, por ser de su misma área, podrán comprender mejor las necesidades propias de su territorio, y podrán convertirse en una voz para su región. A esto debemos agregar, que la representación geográfica no es suficiente, y por ello, se han añadido otros parámetros, como el color de la piel, la representación por sexos, por países, por culturas, por idiomas. Esto hace mucho más complicado la elección de dirigentes, especialmente cuando se relaciona con extensas áreas geográficas.
Ante esta situación, el ministerio pastoral se ve enfrentado a recibir y a responder, a solicitudes y programas diversos que se sobreponen unos sobre otros, se afectan unos con otros, consumen tiempo, energía y recursos financieros, y todos tratan de producir resultados que justifiquen la acción, la función y el criterio propio y muy particular de un dirigente.
Consideremos el segundo desafío:
El Desafío de la Base (nos referimos a la iglesia local). El ministerio pastoral requiere a su vez el concurso, el apoyo y la participación de líderes que puedan ayudarle en el cumplimiento de su misión. A diferencia de los niveles superiores que dedican tiempo completo a su tarea (hay unos cuantos que laboran en tiempo parcial), los líderes de la base (iglesia local), no pueden dedicar tiempo completo al cumplimiento de sus deberes espirituales en la iglesia local; tampoco reciben salario ni ayudas económicas para ello, y la capacitación para desarrollar su función en algunos casos es muy limitada y en otros casos no existe. Esto nos lleva a la situación real que en muchos casos los líderes tienen que aplicar el principio de capacitación “hágalo-por-usted-mismo”, esto es, pregunte e indague, qué se espera que usted haga como dirigente. Cuando esto no ocurre, sea por negligencia o falta de interés, el ministerio pastoral se ve enfrentado a un grupo de líderes locales que no ejercen su función de liderazgo, porque no la conocen, porque no la entienden, porque no están convencidos de ello o porque en sus prioridades no figuran como algo primordial. Estos dos desafíos que enfrenta el ministerio pastoral son tan críticos y tan complejos, que puede generar complicaciones de índole biológica, sicológica y espiritual. Estos desafíos forman parte de la realidad presente para el ministerio pastoral adventista, y no es sabio ignorar la situación real.