Para conocer la verdad sobre los diezmos, debemos colocar el énfasis donde corresponde. Ilustrémoslo de esta manera: La lengua castellana utiliza cinco vocales, pero solo la i, lleva un punto. Si alguien, le coloca el punto a la u dejando a su vez a la i sin el punto, está colocando el punto donde no corresponde y privando a la letra i de un derecho que le corresponde. En el tema de los diezmos y las ofrendas ha sucedido algo parecido; se ha colocado el énfasis mayormente en los diezmos y no tanto en las ofrendas.
Cuando nuestros primeros padres Adán y Eva fueron creados, habitaron en un mundo perfecto. En el cielo surgió una rebelión dirigida por un ángel llamado “Lucero, hijo de la mañana” Isa. 14:12. Lucifer fue el responsable directo, y Dios debía resolver el problema. Adán y Eva no tenían ni arte ni parte en ese problema, porque ni siquiera existían. Cuando fueron creados nuestros primeros padres, hubo una diferencia entre la vida antes de la entrada del pecado, y la vida después de la entrada del pecado.
Justamente después de la entrada del pecado el relato bíblico en Génesis 4 presenta la historia de lo que ocurrió con los hijos de Adán. Caín trajo una ofrenda (heb minchach) de los frutos de la tierra, y Abel trajo una ofrenda (heb minchach) de los primogénitos de sus ovejas. Moisés utilizó el mismo término hebreo para identificar ambas ofrendas. Dios aceptó con agrado la ofrenda Abel pero no la de Caín. ¿Por qué? ¿Cuál fue la diferencia entre las dos ofrendas cuando ambas ofrendas se identificaron con el mismo término? La diferencia estaba en que Abel había seguido las indicaciones dadas por Dios, mientras que Caín siguió su propio criterio. Tome nota: En las cosas explícitas indicadas por Dios, uno no puede hacer lo que bien le parezca. Si Dios dice que algo es primero, pues sencillamente es lo primero. La ofrenda de Abel era también una ‘ofrenda de holocausto’(heb olah) y el holocausto requería el sacrificio de un animal perfecto (sin defectos) Lev. 1:1-3, pues el cordero era el símbolo del Cordero de Dios.
Los textos bíblicos en muchos casos son explícito (específicos), y en otros casos son tácitos -es decir sobre entendidos. Con la rebelión de Lucifer, se creó un problema en el reino de Dios. La solución para el problema del pecado fue, el Cordero de Dios. Así introdujo Juan el Bautista a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Juan 1:29. Si Abel trajo la ofrenda correcta, nuestra conclusión es que Dios instruyó a Adán y su familia sobre la situación creada por causa del pecado, e indicó lo que debían ofrendar en primer lugar la ofrenda de holocausto (heb olah). Por ello, la ofrenda de Abel que era minchah y también era olah y por ello fue aceptada. No así la ofrenda de Caín. El Cordero de Dios identificaba al Mesías y Daniel describe en la profecía de los 2.300 días, que con la llegada del Mesías el propósito era “terminar la prevaricación y poner fin al pecado” Dan.9:24. El pecado se convirtió así en un problema macro en el reino de Dios, y la solución al problema se convirtió en el objetivo prioritario de Dios para rescatar a la humanidad.
Por eso en Génesis 4 se describe el comienzo del sistema de ofrendas (los diezmos no se habían establecido todavía). El sistema de ofrendas en el Edén no tenía como propósito sostener una organización religiosa, pues no existía ninguna organización religiosa en ese momento. Ni el catolicismo, ni el protestantismo, ni el judaísmo, ni el hinduísmo, ni el islamismo estaban presentes! Las ofrendas fueron establecidas por Dios en primer lugar para señalar la solución divina al problema del pecado. Es así que el registro bíblico presenta primero las ofrendas, y después aparecen los diezmos.
Para facilitar la comprensión de este tema en el cristianismo es necesario ir de lo conocido a lo desconocido. Por tal razón, esta serie de artículos considerará primero lo que ocurrió en el Nuevo Testamento y después, lo que sucedió en el Antiguo Testamento, para terminar analizando cuáles cosas se eliminaron, se modificaron, se mantuvieron, o se añadieron en la transferencia del judaísmo al cristianismo. Al considerar la situación en Israel en el primer siglo de la era cristiana, conocida también como era común (E.C.), lo primero es Jesús de Nazaret, el Rabí de Galilea, señalado como el Mesías. Cuando Jesús preguntó a los discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Simón Pedro respondió y dijo: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mat. 16:13-16). El Mesías es el término hebreo que se tradujo al griego como Cristós, y el término Cristós se transliteró del griego al español como Cristo (transliterar una palabra a otro idioma, es pronunciar la misma palabra en el idioma receptor). Para esta serie de artículos vamos a usar mayormente la palabra Mesías, porque da una comprensión mejor del vocablo hebreo.
El grupo de los apóstoles vivió durante el período identificado como la iglesia apostólica (siglo I), donde todos, eran judíos. Este grupo de judíos aceptaron a Jesús como el Mesías anunciado por los profetas. Así, para el año 30 E.C., mientras la mayoría de judíos no aceptaron a Jesús como el Mesías, el núcleo de los apóstoles, sí lo aceptó. A este primer grupo lo identificaremos como judíos-judíos, y al segundo grupo, como judíos-cristianos (por el término griego Cristós, que significa Mesías).
Los judíos asistían al Templo de Jerusalén, participaban en las ceremonias y ritos de la religión judía, y llevaban los diezmos y las ofrendas al templo. Los judíos-cristianos, hacían lo mismo: Asistían al templo, participaban en los ritos de la religión llevabando los diezmos y las ofrendas al templo. Los judíos-cristianos hacían lo mismo: Asistían al templo, participaban en los ritos y llevaban los diezmos y las ofrendas al templo. Cuando Pablo fue a Jerusalén, los ancianos le recomendaron que fuera al templo y cumpliera con el rito de purificación junto con cuatro más Hech. 21:20:26. Así, se demostraría que Pablo no estaba en contra de la religión judía, como algunos lo estaban acusando. Los judíos-cristianos también asistían a las sinagogas judías cuando viajaban fuera de Jerusalén.
En el año 70 E.C. hubo un cambio drástico en el judaísmo. Los judíos no pudieron seguir llevando los diezmos al Templo de Jerusalén, porque los ejércitos romanos lo destruyeron. Con la destrucción del templo, y las dispersión de los levitas, no hubo más sacrificios de animales. Los judíos estaban convencidos que la orden de Dios fue explícita: “He aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por el ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión. Lev. 18:21. Al clausurarse el templo, los sacerdotes levitas no pudieron ejercer su ministerio, y los judíos no pudieron entregar los diezmos ni las ofrendas. Esta situación permanece así hasta el día de hoy pues los judíos no se atrevieron a desobedecer la orden de Dios.
Esta es la razón, por la cual el Nuevo Testamento menciona que la iglesia cristiana utilizó solo ofrendas para atender las necesidades que surgían. Las propiedades se vendían, y traían el precio a los pies de los apóstoles (Hech. 4:34,35). Los textos sobre diezmos que registran los evangelios, aparecen durante el ministerio de Jesús cuando todavía existía el templo. Esos textos ni anularon ni modificaron el sistema del diezmo en ese momento, pues su propósito fue aclarar la manera correcta como se debía diezmar. En esta forma las prácticas judías que se habían desviado del espíritu de la ley (hey torah), podrían orientarse en la dirección correcta. Por ello más de una vez, el Señor dijo: Oisteis que fue dicho a los antiguos…pero yo os digo…y enunciaba la aclaración. (Mat.5:21,22).
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