La polémica que se ha desarrollado en el mundo protestante sobre los diezmos, describe a un grupo que condena la aplicación de los diezmos en el cristianismo. Lo  que dicen y escriben estos líderes, demuestran que están usando textos bíblicos fuera de su contexto, e indudablemente no tienen el soporte bíblico requerido porque no siguen los parámetros de la hermenéutica (la correcta interpretación bíblica). Este grupo afirma cosas que no son ciertas, y llegan al irrespeto y la falta de consideración para muchos fieles cristianos. Por otro lado, el grupo de líderes que defienden la legitimidad del diezmo, han cometido también el error de fijar su posición fuera del contexto histórico y semántico; como resultado, defienden el tema de los diezmos, con afirmaciones que tampoco coinciden con la verdad. Usan textos fuera de su contexto. Por ello no es fácil decir simplemente “los diezmos sí” o, “los diezmos no”.

Preguntamos: ¿Se transfirió el sistema levítico de los diezmos al cristianismo? Analicemos este tópico con cuidado. Cuando Jesús declaró: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43, hizo referencia al privilegio de ser un pueblo especial. El pueblo hebreo era una nación y también una religión. Con derecho ostentaban el título de ser un pueblo santo ‘escogido para ser un pueblo especial’. Deut. 7:6-11. Debido a que las cosas se fueron en la dirección incorrecta, no se estaban logrando los resultados que Dios esperaba. En la expresión ‘el reino de Dios será quitado’, la palabra gr. airo(quitar), hace referencia a ‘liberar alguien de un peso o responsabilidad. El pueblo judío que también era la nación de Israel, estaba siendo liberada de la responsabilidad de ser el pueblo especial, aunque como nación, continuaría. Prueba de ello es que Israel hoy día es una nación, que como cualquier otra nación recibe las provisiones de Dios, y tiene el privilegio y la oportunidad de lograr la salvación.

El reino sería quitado y ‘dado a gente’ que produzca los frutos. En el desarrollo de ese nuevo orden, el Hijo de Dios toma el reino de Dios y lo transfiere de un grupo de judíos-hebreos, a un grupo de judíos que también son hebreos pero que aceptan a Jesús como el Mesías. Tal grupo fue identificado como apóstoles. Así la transferencia iría de un grupo de judíos a otro grupo de judíos. ¿Cuál es la diferencia? El grupo de judíos-hebreos que tenían también el sacerdocio Aarónico, sería ahora reemplazado por un grupo de judíos-hebreos de diferentes tribus, que conformarían la ekklesía (iglesia), y que ya no ejercerían el sacerdocio Aarónico, sino el apostolado. Este grupo nuevo de judíos no formarían una nueva nación, pues el modelo de nación-religión se desmontaba y ahora se probaría con un nuevo modelo (o nuevo paradigma), que incluiría todas las naciones, tribus lenguas y pueblos. Dela misma manera las leyes que regulaban la justicia en Israel como nación, ya no se transferirían a la ekklesía pues la iglesia no sería una nueva nación.

Esto indica que al aceptar el catolicismo romano la oferta de Benito Amilcare Andrea Mussolini (primer ministro de Italia 1922-1943) para la conformación del Estado Vaticano, el catolicismo romano ignoró las instrucciones del Señor Jesús, quien en forma clara determinó que su movimiento apóstolico se realizaría a través del modelo simple de la ekklesía. En 1929 mediante los Pactos de Letrán entre la Santa Sede y Benito Musolini se organizó el Vaticano como estado, aunque no es un estado; como país, aunque no es un país; como distrito de Roma, aunque no es un distrito de Roma, y está regulado por el derecho internacional, lo cual le permite al papa que se le reconozcan honores reservados solo para jefes de estado, dar pronunciamientos politicos y nombrar embajadores como cualquier otro país. Esto está en abierta contradición con el modelo definido por Dios en el Nuevo Testamento. El nuevo pueblo de Dios cumpliría su función a través de la ekklesía un modelo fácil de aplicar en diferentes, culturas y lenguas.

En la transferencia al nuevo pueblo de Dios, tampoco se continuaría con la línea sacerdotal levítica. La ekklesía funcionaría con líderes llamados gr. presbúteros (presbíteros). El presbítero era el líder de mayor edad, influencia y experiencia pero nada tenia que ver con el sacerdocio. La palabra presbítero fue transliterada  al latín (no fue traducida). La traducción de la palabra presbítero sería anciano, un líder reconocido por su influencia y experiencia. El sacerdocio no se incluyó en el nuevo modelo. ¡El nuevo pueblo de Dios no tendría sacerdotes! Hoy en día, tres ramas del cristianismo (la Oriental, la Occidental y la Anglicana), mantienen el modelo sacerdotal, que es contraria a las instrucciones del Señor Jesús. Con la multiplicación del cristianismo, fue necesario nombrar algunos dirigentes como gr. epískopos (superintendentes). Serían los encargados de supervisar a los ancianos (gr. presbúteros). El cristianismo oriental, occidental y anglicano convirtió al Obispo, en un nivel superior del sacerdocio, lo está en abierta oposición a la orden del Señor.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión que la misión de Jesús de Nazaret como el Mesías prometido no era desaparecer al pueblo de Israel como nación, ni tampoco como religión. Nada era imperfecto en la religión hebrea ( conocida también como religión judía), pues fue Dios quién estableció la religión hebrea. Dios dió a través de Moisés, mandamientos, leyes, decretos, estatutos y ordenanzas (Deut. 11:1), que eran justos y convenientes. Venían de una misma Fuente. Ante las acusaciones de que Jesús cuestionaba la religión judía, Él aclaró: “No penséis que he venido para abrogar la ley (heb torah gr. nomos) o los profetas (heb nabiy gr. prophetes); no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mat. 5:17. El texto es claro. No había nada de malo en la religión judía, sino en los dirigentes religiosos judíos.

Los fariseos, eran el punto de equilibrio entre un judaísmo-liberal (los saduceos) y un judaísmo-ortodoxo. El fariseísmo era la línea conservadora que no apoyaba los extremos de la izquierda ni de la derecha. Por eso, la mayor parte del pueblo seguía a los fariseos. Este grupo, creía que no era pecado mirar a una mujer para codiciarla, porque el pecado, según ellos, era una acción, y por lo tanto, al mirar a una mujer, no se traducía automáticamente en una acción. Ante estos criterios, Jesús dijo: “Oisteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mat. 5:27,28. Esta era la interpretación correcta de un mandamiento que tenía como fin proteger y respetar la dignidad de la mujer judía ( es también un principio que es aplicable a cualquier mujer de cualquier cultura o religión). Dios necesitaba (y todavía necesita) dirigentes religiosos que puedan conocer, interpretar y enseñar los principios y valores correctos del judaismo. Por tal motivo, seleccionó un grupo de judios que bajo un nuevo modelo, podrían desarrollar la misión de Dios.

Para el grupo de judíos-hebreos Dios diseñó un sistema financiero basado en ofrendas y diezmos. El santuario y posteriormente el templo, era un sitio ubicado en Jerusalén en el reinado de David. Para atender el santuario/templo, habían disponibles miles de levitas que tomaban turnos, y ejercían su ministerio entre los 25-50 años. Al organizar el nuevo pueblo de Dios bajo un nuevo modelo ya no habría un santuario solamente, sino miles de santuarios distribuídos por todas las naciones. ¿Transfirió el Señor el modelo financiero del Antiguo Testamento al nuevo pueblo de Dios? Aquí tenemos que pisar con cuidado, pues al respecto no existe ningún registro bíblico que respalde la transferencia del sistema levítico (que es el argumento que exponen los que están en contra de los diezmos).  Concluímos, que tanto la circunsición, como la financiación de la misión entre otros temas, tendrían que ser definidos por el Concilio de Jerusalén. El Señor Jesús permitió que la ekklesía determinara su sistema financiero, y la historia registrada en Hechos de los Apóstoles, indica que la iglesia financió sus actividades con ofrendas y donativos, no con diezmos.

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