En nuestra primera entrega mencionamos el papel que jugaron Alberto de Brandenburgo, el Papa León X, y Jacobo Fugger, entre otros.  En la Edad Media la Iglesia Católica Romana se concentró en las cruzadas, la inquisición, la venta de las investiduras y la manipulación del poder eclesiástico, mientras que en Italia el Renacimiento, (movimiento cultural, que utilizaba la lógica Aristotélica para conocer la verdad, sin necesidad de Dios), se expandía a otras regiones de Europa y modificaba la manera de pensar.

Roma no supo cómo enfrentar la propuesta de Lutero que sugirió un diálogo académico. Solo hasta 1.521 (cuatro años después), se concretó la expulsión de Martín Lutero de las filas del catolicismo romano, permitiendo que durante estos años, otros clérigos católicos hicieran un análisis de la propuesta de Lutero, encontrando elementos adicionales que, según el criterio de ellos, debían ser tomados en cuenta. Estas tres corrientes teológicas se desarrollaron en Suiza de la siguiente manera:

1. La corriente teológica de Ulrico Zwinglio, sacerdote católico-suizo quien nació en 1.484 y que cursó estudios universitarios en Viena (Austria) y en Basilea (Suiza). Se interesó en los estudios humanistas llegando a dominar el griego. Su territorio de influencia fue el cantón suizo-alemán y su base la ciudad de Zurich.

2. La corriente teológica de Juan Calvino, sacerdote católico-francés quien nació en Noyón en 1.509 y cursó estudios universitarios en París (Francia), se destacó por el dominio de la teología sistemática, y conoció tanto la corriente del humanismo como el pensamiento de quienes se oponían al humanismo. Mientras que Lutero enfatizó los requisitos de las salvación (justificación por la fe), Calvino destacó la soberanía de Dios y el desarrollo de la santificación. Mientras que Lutero enfatizaba Sola Scriptura y Sola Fide, Calvino, además de Sola Scriptura y Sola Fide, incluyó Sola Gratia, Solus Christus y Soli Deo Gloria completando así las cinco “solas” teológicas. El territorio de influencia de Calvino fue el cantón suizo-francés del sur de Suiza, y su base la ciudad de Ginebra.

3. La tercera corriente teológica fue promovida por Conrad Grebel quien nació en 1.498 y predicaba que el bautismo de los niños debía ser rechazado, porque  no se pertenece a una iglesia solo por el hecho de nacer en ella. Así se fué formando el movimiento Anabaptista dando paso a la Reforma Radical,  que posteriormente se subdividió en tres ramas lideradas por: Memno Simons, sacerdote, sacerdote católico-holandés que estableció las iglesias menonitas, Jakob Ammann, un primer anciano suizo que estableció la comunidad Amish y Jacob Hutter que organizó las iglesias Hutteritas.

La reforma protestante luterana generó tensiones que llevaron a una guerra religiosa por más de ciento cuarenta (140) años que culminó con la Paz de Westfalia en 1.648. Generó una mayor división del cristianismo, pues ahora había: 1. El cristianismo ortodoxo (de oriente), 2. El cristianismo católico (de occidente), 3. La reforma protestante luterana, 4. La reforma protestante calvinista, 5. La reforma protestante radical y también, 6. La reforma católica en Inglaterra, (generada más por asuntos politicos y personales del rey, que asuntos religiosos).

Esta profunda division del cristianismo ha generado también un nivel alto de confusión, pues para el común del pueblo, les es difícil discernir cuál es la iglesia verdadera entre las 44.000 denominaciones cristianas que hay en el mundo (un estudio reciente afirma que la cantidad es mucho mayor). Hoy también tenemos una guerra religiosa no declarada, pues cada una de estas denominaciones cristianas tienen el mismo mensaje que afirma tres cosas: 1. Nosotros tenemos la verdad, por lo tanto, 2. Somos la iglesia verdadera, y como resultado 3. Formamos parte del reino de Dios, lo cual nos asegura la salvación. ¿Es possible aceptar este discurso, cuando las miles y miles de Iglesias cristianas reclaman la misma legitimidad, pero viven y practican un cristianismo diferente?

La mayor gravedad de esta situación está en el hecho de que todos se sienten confiados y tranquilos, porque forman parte de “la iglesia verdadera”, y no caen en cuenta, que el juicio final para el cual están convocadas todas las naciones (Mat. 25:31-46), no se realiza por denominaciones religiosas, ni tampoco por requerimientos eclesiásticos creados y proclamados por estas denominaciones. El juicio lo realiza el Dios del cielo, mediante una evaluación personal basada en las condiciones establecidas por Dios y que determina la clasificación en uno de los dos grupos.

En conclusión, ¿qué debemos hacer? En primer lugar conectar a la gente con Dios para llevarlos a conocer quién es Dios, qué indicaciones e instrucciones ha dado Dios y cuáles son los requisitos establecidos por Dios, que determinarán quién se salva y quién no.

En segundo lugar, estudiar la Biblia en profundidad y enseñar cómo estudiar la Biblia (leer la Biblia no es suficiente). Las congregaciones deben organizar grupos de investigación bíblica, y proveer espacio dentro de su agenda eclesiástica, para esta parte importante.

En tercer lugar, las congregaciones y los individuos deben inmediatamente actualizar las estrategias y metodologías que han sido utilizadas en la evagelización y el proselitismo religioso, y que fundamentalmente tienen un énfasis eclesiocéntrico, para adoptar un énfasis teocéntrico. Los programas de entretenimiento espiritual, deben dar paso a programas de reavivamiento espiritual.

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