Por Mario Niño, DMin.
¿Es la Unidad en la Iglesia un mito o una realidad? ¿Qué es un mito? Un relato popular en el que se desarrollan acciones imaginarias; es también una utopía irrealizable, o una fantasía producto de la imaginación o de la idealización. ¿Cuando hablamos de la iglesia a qué nos estamos refiriendo? ¿Al cristianismo? ¿A una de las seis ramas principales en que se ha dividido el cristianismo? ¿A una de las 44.000 iglesias, congregaciones u organizaciones que conforman el cristianismo? ¿Estamos identificando el todo, o una de sus partes?
Cuando el Señor Jesús dijo: “el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43, no transfirió el reino de los cielos al catolicismo, porque no existía el catolicismo. Tampoco se estaba refiriendo al protestantismo luterano, calvinista o radical, porque no existían. No se estaba refiriendo a una iglesia en particular llámese luterana, wesleyana, evangélica, católica, mormona o testigo de Jehová, porque no existían ninguna de esas Iglesias. Jesús se estaba refiriendo a la iglesia cristiana formada por los apóstoles, un grupo de judíos que creyeron que Jesús era el Mesías anunciado.
Las iglesias que hoy conforman el cristianismo creen que cada una es la iglesia verdadera. Pero, ¿existe alguna posibilidad que 44.000 organizaciones cristianas posean la verdad cuando funcionan con muchas diferencias? La respuesta es no, porque la verdad es una sola. Usted puede cuestionar y probar la verdad, y la verdad saldrá airosa de la prueba. ¿Por qué? Justamento por eso, porque es la verdad! Tanto el oro genuino como la verdad genuina salen airosas al pasar la prueba de fuego. El cristianismo está profundamente dividido en miles de Iglesias.
¿Cómo llegaron las 44.000 diferentes iglesias cristianas a la convicción de creer que cada una es la iglesia verdadera? Por el efecto denominado concatenación (esto es, el encadenamiento lógico de las ideas), que utiliza la ley de causa-y-efecto. Si la primera declaración es verdadera, se producirá un efecto que también es verdadero. El esquema lógico es el siguiente: La primera afirmación dice: 1. Nosotros tenemos la verdad, 2. Como tenemos la verdad, somos la iglesia verdadera, 3. Como somos la iglesia verdadera, formamos parte del reino de Dios, 4. Como formamos parte del reino de Dios, tenemos asegurada la vida eterna.
Para romper esta concatenación, es necesario legitimar su premisa inicial que afirma: “Nosotros tenemos la verdad”. La pregunta de investigación aquí sería: ¿Es posible que la verdad pueda subdividirse en 44.000 diferentes declaraciones, o aseveraciones, y todavía seguir siendo verdad? No es posible. Y, al no ser verdadera la primera declaración, se rompe automáticamente la secuencia que concluye con la aseveración de que la vida eterna ya está asegurada. Si los fieles de estas iglesias cuestionaran y probaran “su” verdad, no veríamos una división tan vergonzosa como es la división del cristianismo, ni una gran cantidad de feligreses que viven confiados en lo que sus dirigentes les han enseñado y asegurado siglo tras siglo.
La unidad en la iglesia cristiana es un mito (relato popular basado en acciones imaginarias). En los dias del ministerio de Jesús, el judaísmo no presentaba una división interna de mútliples organizaciones. Sí había división de líneas de pensamiento pero todos asistían al mismo templo en Jerusalén o a la sinagoga. Los saduceos, eran el grupo de pensamiento liberal alineado a la izquierda y que se identificaban con el Helenismo, que aceptaba la mezcla de la cultura y religión entre griegos y judíos. Al otro extremo estaban los ortodoxos y al interior de ellos los ultra-ortodoxos. Al centro estaba el grupo de los fariseos, que era la línea de pensamiento conservador, y finalmente, los judíos radicales, que no les temblaba la mano para tomar las armas y enfretarse al Imperio Romano o cualquier otro poder, para recuperar su independencia como nación y como religión. Hoy la historia es muy diferente, y los judíos también están divididos.
La lección # 6 sobre ‘Imágenes de la Unidad’, primeramente identifica al pueblo de Israel como ‘un reino de sacerdotes y gente santa’ Exo. 19:6. Fue un pueblo formado y escogido por Dios y el diseño del santuario ilustraba cómo el israelita debía recorrer el camino de la santidad. Esta lección utiliza varias metáforas (comparaciones tácitas), como: La casa de Dios (donde la clave es el fundamento: La Roca), el templo de Dios (donde celos, contiendas y disensiones se eliminan gracias a la acción divina del Espíritu Santo), y finalmente las ovejas y el pastor (donde la clave es el verdadero Pastor: El Hijo de Dios). El maestro debe recordar que el tema del trimestre es la unidad y que la unidad solo se logra cuando está fundamentada en la Divinidad heb. elohym.
Cuando Pablo ruega ‘que habléis todos un misma cosa y que no haya entre vosotros divisiones’, nos está indicando que la unidad no es tan fácil de obtener, pues para “hablar todos una misma cosa”, el grupo debe tener acceso a un conocimiento básico que permita entender y expresar las mismas ideas. Si el conocimiento solo lo tienen los que dirigen, la comprensión no es fácil. Los fieles usualmente no conocen ni entienden bien la estructura organizativa de la iglesia y terminan por confiar en sus dirigentes religiosos aunque no entiendan muchas cosas. No hay problema en confiar en los dirigentes religiosos, si los dirigentes religiosos están correctos en lo que dicen, en lo que hacen, en lo que piensan.
Para lograr la unidad en la iglesia es necesario conocer lo procesos y los límites en el manejo administrativo. No es nada complicado, es cuestión de facilitar la capacitación de dirigentes y dirigidos. En la iglesia adventista la unidad básica es la iglesia local. Para lograr el buen funcionamiento de esa unidad las iglesias se agrupan y se organizan como una asociación/misión. El presidente de la asociación es el responsable por el funcionamiento de las Iglesias, y lo hace por medio de pastores o ministros licenciados. (Manual de Iglesia, cap. IV, edición revisada 2010).
La Unión es el nivel superior inmediato que tiene como fin coordinar, supervisar y ayudar a los campos locales. Usualmente la Unión resuelve los asuntos serios que escapan a la capacidad financiera de las Iglesias en áreas como la educación, la salud, las publicaciones, la evangelización. Ni la Unión ni la División tienen que lidiar con los programas de las iglesias locales, pues se entraría en una superposición de funciones que finalmente afecta a la asociación local que es la entidad a la que se le asignó esa responsabilidad. Aquí es necesario aplicar el lema: ‘Zapatero a tus zapatos’; porque cuando una Unión o División gasta tiempo y recursos en responsabilidades que corresponden a otro nivel, normalmente descuida las responsabilidades propias que le fueron asignadas.
Cuando no hay unidad en la iglesia es porque la conexión con la Divinidad no está bien. La solución se encuentra en restituir la conexión (en líderes y dirigidos), y por la cual, el ser humano depone el orgullo y la suficiencia propia, para dar cabida a los principios, valores e instrucciones (léase mandamientos, leyes, decretos, estatutos, ordenanzas) dados por Dios. Entonces los que dirigen se interesarán por seguir mayormente la agenda de Dios, antes que su propia agenda. No es sabio estar intensamente ocupados en las cosas de Dios, más que en el Dios que determinó esas cosas!
Este artículo es parte de la serie sobre la Unidad en la Iglesia. Para leer otros artículo, haga un click en la parte 1 la parte 2 y Unidad-4
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Más información sobre el reavivamiento en: YouTube/Reavivamiento en Laodicea – Pr. Mario Nino. Comentarios o preguntas: nino@andrews.edu