Podríamos haber titulado este artículo: CUANDO EL HIJO PIERDE EL AÑO. Justo en esta época cuando en varios países del hemisferio occidental ha terminado el año escolar, hay sentimientos encontrados. Los padres cuyos hijos ganaron el año, se sienten contentos y bien correspondidos porque su hijo logró salir adelante. Por otro lado, lo padres cuyos hijos perdieron el año se sienten frustrados y saborean un poco del fracaso que afectó a su hijo, pues no ha dejado bien parada a la familia.En mi opinión, en el cristianismo y en la vida espiritual, muchos de nosotros “hemos perdido el año” y generado una gran frustración en el corazón de Dios, al no haber entendido el propósito de la Revelación (gr. Apokalupsis), que dio a Juan en la isla de Patmos en el año 96 e.c. Por favor, ubiquémonos por un momento al final del primer siglo de la Era Común (e.a.), cuando la iglesia cristiana recorría su primer período histórico conocido como ‘el período de la Iglesia de Éfeso.
En sus primeros cincuenta (50) años la iglesia cristiana había demostrado un impulso asombroso. Era el mismo grupo de judíos nacidos en el judaísmo. Confiaban en que formaban parte del pueblo de Dios y que su religión era la legítima porque adoraban al Dios Yaveh (YHWH). Practicaron sus ritos y liturgia tal como el Señor había indicado a través de Moisés; tenían un sacerdocio que fue establecido por Dios y que era hereditario (se pasaba del padre al hijo). Se enorgullecían de un majestuoso templo, que reemplazó al santuario en su época nómada durante años en el desierto, y sobre todo, tenían la torah la palabra de Dios, escrita en rollos para consulta de los sacerdotes.
Es necesario reconocer que en verdad no había nada de malo en la religión judía. La religión no era el problema sino los dirigentes judíos que no lograron captar el “espíritu’ de la ley” (torah). Jesús no estaba estableciendo una nueva religión. Aclaró y rectificó las cosas que se habían desviado cuando dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos…pero yo os digo…” Mat. 5:21,22. Aún más, el Señor afirmó: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas” Mat. 5:17-20 (La ley y los profetas, era una referencia a las dos primeras divisiones de la Biblia hebrea y se referían a los mandamientos y estatutos dados a través de Moisés, y a los mensajes dados a través de los escritos de los profetas).
La gente se maravilló de las aclaraciones y explicaciones dadas por el Mesías. Los que seguían al Mesías (Mesías en hebreo, se pronuncia Cristo en el griego común de la época), fueron llamados cristianos primeramente en Antioquía, más como una burla, que como un elogio. El cristianismo no era una nueva religión, era la misma religión hebrea que se enseñaba y se había practicado por quince siglos. Lamentablemente, esos cincuenta años de impulso extraordinario, se fueron a pique en pocos años por la pérdida del primer amor.
El Dr. Ranko Stefanovic nos aclaró que los siete mensajes tienen una aplicación histórica, profética y universal, y su aplicación universal significa que “los siete mensajes contienen lecciones que pueden aplicarse a los cristianos de todas las épocas.” (Véase la lección 2 correspondiente al miércoles 9 de enero, 2019 en la Guía de Estudio sobre el Apocalipsis). La pérdida del primer amor afectó a Éfeso y no se hizo nada por recuperarlo.
Creo que es conveniente detenernos un poco aquí y dar espacio a una ilustración moderna: Si usted, o unos de sus amigos descubre que su carro no enciende y solo con la ayuda de algún vecino logra finalmente encender el motor, lo que hacemos normalmente es ir al mecánico para que nos diga cuál es la razón de que el carro no está funcionando bien. El mecánico nos da la noticia que la batería ya cumplió su período de servicio y está totalmente descargada. Debe ser reemplazada por una nueva. Al autorizar el cambio, el carro trabaja a la perfección.
Ahora apliquemos esta ilustración al cristianismo del siglo XXI: Cuando Dios dio la revelación que se encuentra en el libro de Apocalipsis, los eruditos dividieron esa revelación en ocho (8) módulos, de los cuales, el primero lo conforman los mensajes a las siete iglesias, y los otros siete (7), la descripción de lo que Dios haría. Fue una cortesía de Dios revelar lo que Él iba a hacer en el futuro. No tenía por qué hacerlo. En muchos casos Dios mantiene las cosas en secreto y con eso nos indica que no nos corresponde meternos ahí solo para conjeturar.
El propósito de las revelaciones de Apocalipsis fue señalar a la iglesia sus fallas para que fueran corregidas. El problema de la decadencia en el período de Éfeso fue la pérdida del primer amor, y lo que tenían que hacer los cristianos de esa época, era reunirse para investigar cómo se solucionaría el problema, es decir, cómo recuperar el primer amor. Al igual que en la ilustración dada anteriormente, si el carro no funcionaba porque le falló la batería, lo lógico era colocar una nueva batería. En el caso de la iglesia en el período de Éfeso: Si se le había acabado el primer amor, había que hacer algo para recuperarlo. Así de sencillo. No era en la simbología en lo que debían concentrarse.
¿Qué han hecho los predicadores del satélite, del púlpito y los maestros de Biblia en todos estos años en relación con el Apocalipsis? Se han concentrado más en la simbología hasta el punto de ser expertos en la explicación de las bestias, los símbolos y la cronología, y han olvidado que ese no fue el propósito de Dios. No era el punto principal. Lo que Dios describió fue las fallas de la iglesia cristiana y señaló lo que debía ser corregido. Esa fue la tarea que debía haber hacho la iglesia de Éfeso, pero que no lo hizo, ni tampoco lo hizo la iglesia en los demás períodos, y tampoco lo está haciendo en el período actual.
Los dirigentes de la iglesia en los diferentes períodos no han llamado la atención a la importancia de recuperar el primer amor. Desde mediados del siglo XIX, el énfasis evangélico y protestante fue salir a predicar en todas las naciones. Los pioneros adventistas que salieron de esas iglesias aplicaron varias prácticas de las iglesias protestantes. A través de los años la iglesia ha promovido una agenda eclesiástica basada mayormente en la predicación del evangelio en todo el mundo y en bautizar a los nuevos conversos. Pero ¿y la agenda de Dios dónde queda?
En la agenda de Dios se le señaló a la iglesia cristiana que su primer deber era ‘recuperar el primer amor’. Hoy las iglesias tienen cantidad de actividades, pero no queda espacio para las cosas importantes que Dios señaló como por ejemplo, la investigación bíblica, la clarificación de la misión original de la iglesia, la recuperación del primer amor, y el proceso correcto para promover el reavivamiento espiritual en el período de actual. Debemos pensar en esto, porque cuando los judíos pusieron las cosas de Dios por encima de Dios mismo, se fueron por donde no era y perdieron el privilegio de representar el reino de Dios en esta tierra. ¿Qué sucederá con el cristianismo si hace los mismo?
Le ofrecemos a cada uno de ustedes el cuadro sinóptico de Apocalipsis y de los Mensajes a las Siete Iglesias. La serie “Cómo entender los mensajes” le facilitará la comprensión del libro de Apocalipsis.Envíenos un correo a: nino@andrews.eduy cuéntenos si estos artículos y materiales le han sido de utilidad. Por favor mencione la ciudad, país e iglesia desde donde nos escribe.