Por Mario Niño – DMin.
Hablar de predicación, testificación, o evangelización, es hablar de la misión encomendada al pueblo de Israel. Esta “misión” tiene que ser analizada desde su orígen, cuando Dios formó el pueblo de Israel y les explicó por qué había tomado esa decisión. La misión dada a Israel define cuatro elementos básicos: dos de ellos son expresados en el texto bíblico y los otros dos están tácitos, sobrentendidos.
En Lev. 11:45 el texto bíblico señala en primer lugar (1) La sumisión del hombre que permite la supremacía de Dios. (2) Recorrer el camino de la santidad. Estas dos declaraciones enfatizan el concepto monoteísta de un solo Dios en contraste con el concepto politeísta de muchos dioses. El segundo punto señala la necesidad de vivir una vida de santidad. Al aplicar estos conceptos producirían: (3) Un testimonio ante las naciones lo cual generaría interés por conocer al Dios de Israel, (4) Los israelitas tendrían la oportunidad de enseñar y predicar acerca del Dios de Israel.
La declaración: “Santos seréis, porque yo soy Santo”, indica que Dios necesitaba un pueblo donde Dios fuera una realidad, no una teoría. Ese pueblo debía recorrer el camino de la santidad por una razón categórica: Dios es santo, su pueblo tiene que ser santo. El camino de la santidad requiere la aplicación de los principios y valores de Dios y sus indicaciones a través de mandamientos, leyes, estatutos, decretos, y ordenanzas que fueron dadas por medio de Moisés. Todo fue dicho y todo fue escrito. Dios en la vida de las personas transformaría la conducta y las naciones podían ver un pueblo diferente.
Zacarías ejerció su ministerio profético a partir del 520 a.e.c.(Antes de la era común o era cristiana). Él escribió: “Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sión y moraré en medio de Jerusalén…y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.” Zac. 8:3-8. Las naciones vendrían a buscar a Jehová y dirían: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” Zac. 8:16-23. El Testimonio antre las naciones generaría un interés por conocer al Dios de Israel y los judíos tendrían la oportunidad de enseñar y predicar acerca del verdadero Dios.
Desafortunadamente las cosas no salieron como Dios había indicado. Israel se desvió del rumbo y perdió de vista lo más importante: Dios como el centro de sus vidas que produciría los frutos espirituales. Si Dios no era el centro de sus vidas Israel no podía dar frutos. Los resultados esperados por Dios no se lograron y Dios decidió transferir su reino cuando anunció: “El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” Mat. 21:33-43.
En el primer siglo de la era común (e.a.) el judaísmo dejó de ser el pueblo especial y surgió el cristianismo para cumplir la misión original dada a Israel. El cristianismo debía: 1. Permitir que Dios fuera Dios, 2. Recorrer el camino de la santidad, 3. Ser luz a las naciones, y 4. Enseñar y predicar sobre el Dios verdadero. Debían ir por todo el mundo para predicar el evangelio a toda criatura. Mar. 16:15. La pregunta es: ¿Por qué las iglesias cristianas enfatizaron la gran comisión pero ignoraron la misión? y luego la gran comisión la convirtieron en la ‘misión’ generando oposición a la Misión original dada a Israel.
Con la organización del cristianismo bajo un nuevo modelo se esperaría que las cosas salieran bien. Tristemente el cristianismo al igual que Israel se desvió de la senda trazada por Dios y la ekklesía llegó a ser el centro de atención. Aunque parezca extraño, en el cristianismo el centro lo ocupan las mismas iglesias. Mencionan la palabra Dios muchas veces, pero esto es diferente a permitir que Dios sea el rector de la vida. Es bueno predicar para salvar a otros, pero la salvación debe incluirnos a nosotros. Pablo dijo: “Yo de esta manera peleo, no como quién golpea el aire…no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” 1 Cor. 9:26,27. El evangelio que salva a los otros es el mismo evangelio que nos salva a nosotros, si unos y otros cumplimos los requisitos.
La evangelización se inicia brindando capacitación en cuanto al conocimiento de Dios. ¿Quién es Dios? ¿Por qué Dios hace lo que hace? ¿Por qué Dios da la impresión de no actuar en momentos críticos? En la evangelización no es fácil para los feligreses hablar sobre un Dios que no conocen y contestar preguntas sobre un problema que no entienden y exaltar una ética o conducta que no practican. Estas preguntas afectan la vida de pobres y ricos, de jóvenes y adultos. Usualmente se culpa a Dios porque se razona que Él tiene el poder en sus manos para corregir e impedir el mal pero, un estudio de la Palabra de Dios nos dará las respuestas que nos permitirá entender por qué pasa lo que pasa.
E.G. White escribió:
“La religión de la Biblia no debe limitarse a lo contenido entre las tapas de un libro, ni entre las paredes de una iglesia…Debe de santificar la vida diaria…El propósito de Dios es glorificarse a sí mismo delante del mundo en su pueblo.” Servicio Cristiano, pag. 28.
“El peligro que amenaza nuestra utilidad y que será nuestra ruina si no se lo descubre y se lo vence, es el egoísmo: tener un concepto muy alto de nuestro planes, opiniones y labores, y actuar independientemente de nuestros hermanos. Consúltense, han sido las palabras que han repetido los ángeles una y otra vez.” Principios para Líderes Cristianos, pag. 49 (1881).
La gran comisión de predicar el evangelio forma parte de la misión pero no es el único objetivo de la misión, porque…“lo primero es lo primero” y lo primero es y debe ser Dios. Si seguimos el camino de la santidad, el resultado natural será la testificación y la predicación. No olvidemos que participamos en el gran conflicto entre el bien y el mal, y que el enemigo de Dios está atento para perjudicar a la iglesia.
E. G. White advirtió: “Satanás procura mantener al pueblo de Dios en un estado de inactividad, e impedirle que desempeñe su parte en la difusión de la verdad, para que al fin sea pesado en balanza y sea hallado falto.” Testimonios para la Iglesia, tomo 1 pag. 236 (Servicio Cristiano, pag. 42).
La iglesia debe concentrarse en reactivar y reorganizar los ministerios y otros frentes de trabajo de la iglesia, para hacer lo que Dios ha indicado en su Palabra. Recordemos que: “Un reavivamiento de la verdadera piedad entre nosotros es la mayor y más urgente de todas nuestras necesidades. Buscar esto debe ser nuestra primera tarea.” E. G. White, Servicio Cristiano, pag. 45.
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