Por Mario Niño – DMin.
La serie de artículos que comenzamos a publicar desde hoy analizan la pregunta: ¿Por qué falló el judaísmo en la representación del reino de Dios? La respuesta es: Por la ausencia de frutos. Los frutos (es decir, los resultados espirituales), eran necesarios para formar parte del reino de Dios. Además, al vivir bajo los principios, verdades y valores del reino de Dios, las naciones serían atraídas al Dios de Israel. Los frutos cumplirían dos objetivos: Calificar para vivir en el reino de Dios y servir como un testimonio a las naciones de quién es Dios.
Según el registro histórico, la rebelión contra Dios se generó en el cielo antes de la fundación del mundo. Para el año 130 de la existencia de este mundo, nuestros primeros padres Adán y Eva ya estaban por fuera del Edén, pues, tomaron la decisión de ponerse del lado de Lucifer. El Dios del cielo no alteraría sus planes de crear un nuevo mundo simplemente porque Lucifer decidió rebelarse. Dios seguiría adelante incluyendo un plan de salvación que contaría con la participación de la Deidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El plan incluía la restauración del carácter en el ser humano.
En los primeros 2.000 años de la historia de este mundo la comunicación de Dios con sus hijos fue verbal. La humanidad fue de mal en peor hasta que Dios con el diluvio estableció un punto final y comenzó de nuevo. Para los siguientes 2.000 años de historia Dios añadió a la comunicación verbal, la comunicación escrita. Se fortalecía la comunicación verbal con la comunicación escrita; este plan tampoco funcionó porque el ser humano tiene la tendencia de seguir sus propios caminos. Los mil quinientos años en la historia de Israel muestran, que la instrucción aunque esté escrita, no se lleva fácilmente a la práctica a menos que cuente con la ayuda del Espíritu Santo.
Con la venida del Mesías se comienza un nuevo período que lleva más de 2.000 años; es el período del cristianismo. Jesús de Nazaret como enviado de Dios, comunicó a Israel que el reino de Dios sería transferido del judaísmo al cristianismo. Él dijo: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43. Aquí se indica no solo la transferencia del judaísmo al cristianismo, sino la responsabilidad del cristianismo de producir los frutos que el judaísmo no produjo. “Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y fariseos, entendieron que hablaba de ellos.” Mat. 21:45.
El mensaje fue claro. A partir de ese momento, la salvación de los seres humanos ya no contaría con la participación del judaísmo. Un grupo de doce judíos formarían el núcleo del Israel espiritual. No había nada de malo con el judaísmo como religión; el problema estaba con los dirigentes religiosos quienes ignoraron las directrices de Dios y siguieron sus propias ideas. A este nuevo grupo se le encomendó llevar a la práctica los principios, verdades y valores del reino de Dios, y a estos judíos que seguían al Mesías les llamaron cristianos, esto es, los seguidores del Xristós (o Cristo) que en griego significa Mesías.
A partir de entonces Jesús señaló: “Vosotros sois la sal de la tierra; si la sal se desvaneciere…no sirve más para nada.” Mat. 5:13. “Vosotros sois la luz del mundo…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mat. 5:14-16. Sucesivamente siguió aclarando las cosas que en el judaísmo se orientaron en otra dirección. El dicho: “Oísteis que fue dicho a los antiguos…pero yo os digo” fue la frase que hacía referencia a situaciones precisas y a medidas correctivas que se debían tomar en cuenta y se debían aplicar.
En el cristianismo, dirigentes y creyentes necesitamos comprender que es necesario seguir las instrucciones de Dios. El judaísmo falló porque no siguió las instrucciones y por eso mismo no acudió a la Fuente del Poder para dar los frutos requeridos por Dios. Hoy en día, corremos con desesperación de aquí para allá, haciendo lo que pensamos que es esencial, pero ignoramos las cosas que Dios señaló como prioritarias. Esto no tiene lógica ni sentido común e increíblemente nos dejan en la misma posición en que estaba el judaísmo cuando Dios les quitó el reino y lo transfirió al cristianismo.
Permítame enfatizarlo: Dios da directrices y parámetros; los dirigentes y el pueblo, deben seguirlas. Si seguimos las instrucciones Dios concede el poder del Espíritu Santo que transforma los caracteres y produce los frutos en forma natural. Si tenemos el Espíritu de Dios como lo expresó Jeremías, se sentirá “como un fuego ardiente metido en mis huesos” Jer. 20:9 y a un hijo de Dios que experimente ese fuego interno, no lo detiene nadie en el cumplimiento que Dios manda. Analice el caso de Saulo de Tarso que se convirtió en el gigante del cristianismo a partir de su experiencia en el camino a Damasco.
Esta experiencia debería ser una realidad en esta generación. Es la manera como se podría anular la indiferencia y suficiencia propia de Laodicea. La ekklesía se convertiría en el pueblo ideal proyectado por Dios. Cuando se inició el cristianismo en el período de Éfeso hizo muy bien por casi 50 años, pero se fue al piso en solo 20 años. ¿La causa? Haber “dejado su primer amor”. Éfeso debió poner manos a la obra y recuperar ese primer amor. La historia del cristianismo nos dice que Éfeso no lo hizo y tampoco lo hizo la iglesia cristiana en los siguientes períodos; tampoco lo está haciendo hoy la iglesia de Laodicea.
¿Por qué los puntos prioritarios en la agenda de Dios no se aplican en una generación, ni en otra, ni otra, ni otra? ¿Por qué llegamos a nuestros días y vivimos con el mismo problema que fulminó al judaísmo? ¿Qué demuestra esto ante el universo? Demuestra que Dios siempre ha tenido la razón: El ser humano, desprovisto del poder divino nunca logrará elevar su condición a los parámetros perfectos del reino de Dios. E. G. White, refiriéndose al judaísmo afirmó que “El pecado de una nación y su ruina se debieron a los dirigentes religiosos.” Palabras de Vida del Gran Maestro (PVGM) p. 250.2
La misma pluma inspirada señala que: “La iglesia en esta generación ha sido dotada por Dios de grandes privilegios y bendiciones, y él espera los resultados correspondientes.” E. G. White, PVGM. p. 242. Cuando se dice que Dios espera los ‘resultados correspondientes’, se refiere a los frutos, es decir el poseer un carácter similar al modelo divino, que incluye los principios y valores del reino de Dios. Recomendamos leer con cuidado el capítulo 23 del libro Palabras de Vida del Gran Maestro, cuyo título es: Un Mensaje a la iglesia actual”. Contiene información valiosa que no hemos podido incluir en este artículo por limitación del espacio disponible.
Por ello, todos los interesados en promover el reavivamiento espiritual señalado por Dios en Apoc. 3:14-22, deben aplicar la fórmula de solución y el proceso que se debe seguir. Te aconsejo que de mí, compres…oro, vestiduras y colirio. Esa fórmula garantiza la recuperación el primer amor y el cumplimiento de la misión original dada a Israel y que debe aplicar hoy el cristianismo.
Para comentarios o preguntas dirija su correo a: nino@andrews.edu No se pierda el próximo artículo de esta serie “Del Judaísmo al Cristianismo-2” Página web: www.inter-religioso.com