LA MISIÓN DE LA IGLESIA-3

Por Mario Nino, DMin.

“Sin confirmar, no lo decimos”.  Con esta frase identificaba su programa de noticias un noticiero Latinoamericano. Quería transmitir el mensaje que las noticias correspondian a hechos y cualquier persona podía corrobar porque eran hechos reales. En otras palabras, un noticiero serio y responsable en el cual se podía confiar. Así mismo, en el estudio y la investigación bíblica se descubren elementos y directrices divinas que son verdaderas y que nadie puede negar. Lamentablemente asistimos a un drama en el que un cristianismo completamente desviado de su ruta original, intenta ignorar y alterar algunas de las directrices y parámetros establecidos por Dios.Pero los hechos, son los hechos. No se pueden desconocer, ignorar o anular porque secillamente no nos gustan, o no estamos de acuerdo. Relacionamoa algunas de las verdades que aunque aparecen registradas en la Biblia se ha intentado deconocer o cambiar.

  1. La verdad que Dios es el único y no hay otro dios. Los otros dioses que aparecen en el mundo de las religiones son invenciones del ser humano y son totalmente falsas. 
  2. Dios es el creador de todo lo que existe, y por esta razón tiene el derecho de orientar, legislar y definir cómo deben ser y cómo se deben hacer las cosas.
  3. Dios creó al ser humano a imagen y semejanza de Dios, varón y hembra los crió. Se propuso poblar la tierra con Adán y Eva, no con Adán y Esteban.
  4. Dios determinó en la semana de la creación que el séptimo día sería el día santo, el día bendito y y el día de reposo. Esta decisión de Dios no tenía que ver con religiones e iglesias.
  5. Dios estableció a Israel como una nueva nación y una nueva religión, que representarían los principios y valores del reino de Dios.
  6. Dios entregó entre otras leyes, Los Diez Mandamientos, dentro de los cuales, el primero declaraba la soberanía y supremacía de Dios.
  7. Dios señaló el propósito y la razón de la existencia de Israel. Esta declaración de misión definía lo que Israel debía ser, y lo que debía hacer.  

En el siglo XXI en lo espiritual y religioso…“SIN CONFIRMAR NO LO DECIMOS”, porque lo que afirmamos cuenta con el apoyo bíblico y el soporte teológico. La pregunta que surge es: ¿Por qué el cristianismo del siglo XIX enfatizó la predicación y la etiquetó como ‘La misión de la iglesia’? Repasemos la historia de la iglesia cristiana donde se registra que en el primer siglo la iglesia apóstolica en menos de 50 años se extendió por todos los países de la cuenca del Mediterráneo y en menos de 18 años este impulso se perdió porque Éfeso perdió el primer amor, y nadie se dio por aludido que debían estudiar cómo se perdió y cómo podían recuperarlo. En lugar de eso, en el período histórico de Esmirna (siglos II y III) los padres de las iglesia se enfrascaron en una discución innecesaria para definir la naturaleza de Cristo. No respetaron los límites que Dios había establecido y que Moisés claramente expresó: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová, más la revelados son para los hombres” Deut. 29:29. Si Dios no vió necesario revelarlo, entonces el hombre no debe intentar descubrir ese secreto. Es también una falta de respeto hacia Dios.

En el período histórico de Pérgamo (siglos IV y V) el enemigo de Dios le metió un gol olímpico al cristianismo con consecuencias lamentables hasta el dia de hoy. Recordemos que en el Imperio Romano quien era elegido como Emperador llegaba a ser reconocido como la máxima autoridad civil y también la máxima autoridad religiosa en latín Pontifex Maximus. Constatino ya era reconocido como autoridad máxima en el paganismo romano y al incorporar al cristianismo razonó que era Pontífice Máximo del paganismo y también Pontífice Máximo del cristianismo. No consultó con nadie y nadie le cuestionó. Convocó el primer concilio de la iglesia en el año 325 e.c. en Nicea, a fin tratar entre otras cosas, la naturaleza de Cristo. Quién tomó las riendas del cristianismo fue el Emperador Romano. Desde entonces, la desviación del cristianismo se hizo más profunda. El reconocimiento del cristianismo por el imperio fue una victoria agridulce pues al mezclarse con el paganismo ya no representaba el cristianismo genuino.

Para el período histórico identificado por Tiatira (siglos VI al XVIII) el cristianismo fue de mal en peor. Fueron más de mil años en las cuales se cometieron errores gravísimos y horrores vergonzosos y donde se violaron en forma abierta los principios y valores divinos y los dirigentes religiosos estaban más lejos de Dios. En este período se fracturó el cristianismo en el siglo XI y luego en el siglo XVI y surgiendo las grandes ramas del cristianismo que generaron múltiples denominaciones cristianas, hasta el punto que hoy se identifican más de 44.000 y todas afirmando lo mismo: Tenemos la verdad y por ello somos la iglesia verdadera, aunque estén adorando a Dios en el día incorrecto. Israel perdió la representación del reino de Dios porque no dio frutos. Los frutos eran el resultado de la transformación del carácter que era la segunda etapa en la declaración de la misión. La misión original dada al pueblo de Israel incluía cuatro elementos que a su vez eran cuatro etapas: Las dos primeras expresadas en el texto bíblico y las otras dos estaban tácitas porque resultaban automáticamente al aplicar las dos primeras. El Señor dijo: “Yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: Seréis, pues, santos, porque yo soy santo.” Lev. 11:45. Se señala en primer lugar (1) La soberanía de Dios en la vida de los seres humanos. En segundo lugar (2), Seguir el camino de la santidad por el cual se lograría la transformación del carácter a semejanza del carácter de Dios. Estas etapas generarían automáticamente la tercera (3) Un testimonio ante las naciones que produciría interés por conocer al Dios de Israel. Con ello, los israelitas tendrían la oportunidad de entrar a la cuarta etapa (4) Proclamar las buenas nuevas y enseñar el conocimiento correcto acerca de Dios. 

La cuarta etapa, la proclamación del evangelio, de ninguna manera intentaba desconocer la validez de la misión original, ni modificar dicha misión. No cambiaba el contenido, ni los principios y valores, ni tampoco el propósito de Dios ni alteraba el proceso diseñado. Las buenas nuevas debían seguir correspondiendo a la cuarta etapa en la aplicación de la misión. La cuarta etapa concluiría el proceso de la transformación del carácter, requisito indispenable para ser admitido en el reino de Dios. Sin el carácter transformado (léase vestido de bodas), ninguno -escuche bien, ninguno entrará al reino de Dios. Lo único que tenía que hacer Israel era seguir cuidadosamente lo que Dios había indicado; pero lo ignoraron así com hoy muchas de las iglesias cristianas (incluyendo el pueblo remanente), no reconocen la misión original de Dios y siguen la retórica evangelica y protestante del siglo XIX por la cual hacen de la cuarta etapa (La Proclamación), la misión de la iglesia. Y pregunto: ¿Quién entonces enfatiza y motiva la soberanía de Dios y la importancia de la transformación del carácter? Porque, impulsar la testificación (fase 3) y la proclamación (fase 4) cuando no es producto de una transformación sencillamente se reduce a pura retórica.  

Que el cristianismo se haya desviado es lamentable. Pero que el pueblo remanente desconozca e ignore las indicaciones de Dios, ya es un desastre. Dios desde un principio indicó cuál es el camino que se debe seguir: “Este es el camino, andad por él; y y no echéis a mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” Isa. 30:21. En cierta manera podemos justificar a los pioneros que venían de iglesias protestantes, pero no tenemos justificación para los generaciones que surgieron desde entonces y que hemos sido beneficiados con la orientacion profética. En 1873 E.G. White declaró: “Como pueblo, estamos triunfando en la claridad y fuerza de la verdad…pero somos muy deficientes en humildad, paciencia, fe, amor, abnegación, vigilancia y espíritu de sacrificio según a Biblia. Necesitamos cultivar la santidad bíblica.”  Testimonios para la Iglesia, Tomo 3, página 280.5 “La Iglesia de Laodicea”. Pregunto: ¿ Ciento cuarenta y ocho años (148) no son suficientes para rectificar el rumbo? ¿Es que cuando Dios indica algo, necesitamos tanto tiempo para regresar al camino? Tenemos una responsabilidad individual que es un desafío y una lucha constante. Pero también tenemos una responsabilidad corporativa y quienes están en las posiciones de dirección tienen que guiarse por lo que Dios ha indicado y no arrastrar una herencia llena de desvíos, errores e improvisaciones.

Envíenos su opinión al correo a: nino@andrews.edu

word: inter/magazine//lamisión-3 sp                                                                         Revised Mar. 9, 2021

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