EL PACTO ETERNO-1

Durante 1.500 años a.e.c. las Sagradas Escrituras dadas a Israel (AT), solo estaban disponibles para los dirigentes espirituales. Con el cristianismo los primeros 1.500 años (NT), la Biblia estaba disponible para los dirigentes espirituales y se aceptó la idea que los dirigentes eran los únicos que podían interpretarlas.  En los siglos XIV-XV-XVI gracias a la invención de la imprenta y a las traducciones de la Biblia al alemán, francés, inglés, español y otras lenguas, la Biblia se convirtió en un precioso tesoro que para entender e interpretar correctamente, se requería (y se requiere aún hoy en día),  que el pueblo conociera cómo hacerlo (Mayor información al respecto sobre: “Cómo Interpretar la Biblia” y “Cómo Estudiar la Biblia” en www.inter-religioso.com BIBLIA).

Esta serie sobre el pacto eterno no intenta explicar las lecciones de la Guía de Estudio día por día. El objetivo es ayudar a descubrir el propósito del trimestre a fin de que los que enseñan o estudian semanalmente puedan conocer la interpretación primaria o principal. Cuando se estudió el libro de Daniel prevaleció la aplicación secundaria y por ello enseñamos las ventajas del régimen vegetariano, el dominio propio, la gestión política, la sucesión de imperios, pero no se logró el objetivo principal de saber por qué resultaron los judíos exiliados en Babilonia cuando debían estar en Jerusalén. Al explicar las partes de la lección sin atarlas al propósito central, nos lleva a encontrar aplicaciones para el siglo XXI (aplicación secundaria) y descuidamos la interpretación principal (o primaria).

¿Qué significa la palabra pacto (heb berith)? En el marco humano, un ‘pacto’ (sustantivo), es un acuerdo entre dos partes. En el caso de Dios esta definición no se puede aplicar porque al identificar el pacto como eterno (que no tiene principio, ni fin), el adjetivo lo hace específico y limitado. No es lo mismo decir la casa, que decir la casa azul. Al identificar la casa con la palabra azul, se eliminan todas las casas que tienen otro color. Por ello el adjetivo eterno rebasa las fronteras establecidas en la cronología bíblica y nos introduce en la cronología divina, que desconocemos. El pacto eterno se origina en la eternidad, y se conecta con la eternidad.

Cuando Dios dice “mi pacto” Gen. 9:8-17, se refiere a un pasado cuando aún no existían los seres creados. Por ello, ‘el pacto de Dios’ no es un acuerdo entre dos partes, sino la decisión autónoma de Dios de crear seres angélicos o seres humanos y establecer las condiciones para vivir y participar en su reino. El compromiso de Dios fue consigo mismo y con los principios y valores que Él mismo estableció. Por ello, los seres creados necesitan reconocer: (1) La soberanía de Dios y (2) La sumisión voluntaria a los principios y valores del reino de Dios.  Cuando Dios otorga la vida los seres humanos lo único que tienen que decidir es si la aceptan o la rechazan. Es una opción, no dos ni tres, ni mucho menos 44.000 opciones como es la oferta del cristianismo.

Cuando Dios le dijo a Noé: “Estableceré mi pacto contigo.” Gen. 6:18 le habló al líder del grupo humano que serviría como base para comenzar de nuevo. El pacto eterno es uno solo y si Dios hace referencia a individuos o a épocas, no debemos entender como pactos diferentes. Es el mismo pacto pues Dios no cambia las reglas del juego. Cuando se dice pacto antiguo o nuevo pacto, se refiere a una época o períodos diferentes, pero no a pensar que el pacto quedó imperfecto y por eso falló. Quien falló fue el ser humano y Dios permite que el universo vea lo que ocurre a un ser humano centrado en el egoísmo, el orgullo y suficiencia propia, y cuyos resultados son enfrentamientos, guerras, sufrimiento y dolor. 

En el Monte del Sinaí Dios dijo: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro.” Exo. 19:5. La expresión ‘si diereis oído y guardareis mi pacto’ es una expresión condicional. Significa que el reconocimiento de Israel como pueblo y ‘especial tesoro’ dependía de escuchar atentamente lo que Dios indicó y llevarlo a la práctica como Dios instruyó. Nos sentimos atraídos por la expresión “mi especial tesoro” porque nos ubica en una posición privilegiada y es verdad que es un privilegio formar parte del pueblo de Dios. Pero ¿qué ocurre con los requerimientos de Dios? Dar atención cuidadosa a la voz y a las indicaciones de Dios nos obliga a ubicarnos en el tiempo de Dios y en la manera de Dios.

El pueblo de Israel a través de las generaciones falló pues no dieron oído a su voz, ni siguieron sus indicaciones. Prefirieron hacer las cosas en el modo “a mi manera” donde predomina el criterio humano y esto naturalmente es inaceptable. Por ello no se lograron los resultados o frutos que eran necesarios e indispensables para mostrar a las naciones, la diferencia que hay entre seres humanos que viven centrados en el egoísmo y seres humanos que viven centrados en el altruismo (del lat. Alter, otro), donde el Gran Alter y el verdadero centro es el Dios Jehová de los ejércitos.

Con el profeta Jeremías que inició su ministerio en el 626 a.e.c. (justamente 20 años antes de que Judá fuera en cautiverio a Babilonia), Dios afirmó que hará nuevo pacto con la casa de Israel y la casa de Judá (véase Jer. 31:31-34. No significa que el pacto eterno quedó imperfecto y por eso hay que hacer uno nuevo. Las fallas fueron fallas humanas como dice el versículo 32 (ellos invalidaron mi pacto). Dios les dio la oportunidad de comenzar de nuevo bajo las mismas condiciones. E.G. White declaró que: “Bajo el nuevo pacto, las condiciones por las que se puede obtener la vida eterna son las mismas que bajo el antiguo.” E. G. White, A fin de conocerle, pág. 298.

Conocer quién es Dios es entender con claridad los principios y valores del carácter y del reino de Dios, diferenciar las leyes y mandamientos, que en el caso de Israel incluían leyes civiles porque fueron organizados como nación. Seguir el plan de Dios -que incluyó un pueblo especial, el pueblo de Israel, y aplicar la metodología de Dios basada en los principios eternos de justicia y misericordia. Así, ser pueblo especial no es una tarea fácil. Es un privilegio que conlleva serias responsabilidades y que debe ajustarse a la declaración de propósito dada en el Monte de Sinaí que tenía como objetivo resolver el grave problema de la rebelión contra Dios y esto no se podía lograr utilizando la fuerza.

Si Israel no dio frutos y se reemplazó por la ekklesía que tampoco da frutos, tenemos una situación grave. La solución se encuentra en Apoc. 3:14-22

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