Por Mario Nino, DMin.
Los primeros artículos de esta serie han intentado llamar la atención al mandato de Jesús: “Escudriñad”. Por supuesto, para escudriñar es imprescindible leer, pero es una lectura que se hace con cuidado, con atención a los detalles, con un propósito en mente y con el deseo intenso de descubrir y conocer las indicaciones de Dios. En el cristianismo hemos preferido las indicaciones eclesiásticas, (regulaciones de la ekklesía), antes que las indicaciones divinas. La iglesia tiene su lugar y su importancia en la logística del Cielo, pero de ninguna manera puede ocupar el primer lugar reemplazando a Dios. La soberanía de Dios es incuestionable, y no negociable. Si una persona está confiando plenamente en la iglesia y al mismo tiempo descuida las prioridades de Dios, está en un terreno peligroso del cual debe salir cuanto antes. Dios debe transformar las vidas y los caracteres de las personas antes de que puedan entrar y permanecer en su reino ‘ad infinitum’ (esto es, por la eternidad).