Por Mario Nino, DMin.
Una de las responsabilidades importantes de todos aquellos que enseñan, predican, o investigan la Palabra de Dios es, aclarar los términos por su significado en el idioma original. En el estudio de las Sagradas Escrituras, debemos recordar que los primeros libros del Nuevo Testamento que se escribieron gracias a la revelación de Dios, fueron la Epístola Universal de Santiago escrita en el año 44 e.c., y once años después, el Evangelio según San Marcos (año 55 e.c.). Es importante reconocer el año de su divulgación, porque como dijo un gran sabio latinoamericano: “Lo primero es lo primero”. Dicho de otro modo, lo básico, lo principal, lo importante debe ser comprendido en primer lugar.
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