Encontramos que de los escritores bíblicos, quien primero hace mención de la fe, es Santiago. Él dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada…” Sant.1:5,6. La palabra gr. pistis, significa persuasión, creencia, convicción moral, seguridad, fe. El autor usó este término cuando dijo: “Hermanos míos, que vuestra fe (pistis) en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.” Sant. 2:1.
Tan importante fue aclarar el significado de la fe, que Santiago dijo: “ Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Sant. 2:14. Aquí debemos destacar dos premisas importantes: En primer lugar, es necesario entender que, no es la fe la que salva. Dios es el que salva. Debemos tener cuidado para no dar la impresión que, “las cosas de Dios”, son las que tienen el poder. En el AT., no era la ley de Dios, ni el santuario de Dios, ni el templo de Dios, los que tenían poder. Era Dios quien tenía el poder. Santiago nos llama la atención para, ubicar correctamente, las prioridades en relación con Dios y con la salvación ofrecida por Dios. Por ello, la iglesia de Dios, no puede estar por encima del Dios de la iglesia, un error que se comete a menudo.
La segunda premisa es que “la fe si no tiene obras es muerta” Sant. 2:17,20. Aquí entramos a un verdadero campo de batalla teológico en el mundo, donde hay grupos que proclaman la fe sola (lat. Sola Fide, como fue la posición de Lutero), y otros que defienden que las obras son indispensables. Ese conflicto lo generaron teólogos cristianos. La verdad es que Santiago lo que quería enfatizar era la ley de ‘Causa y Efecto’. ¿Cómo sabemos si existe la fe? Sencillo: Cuando existe fe, se expresa espontáneamente. Cuando no existe fe, no se expresa. Por ello, si no se ven los resultados que se manifiestan libremente, la realidad es que no hay fe.
Los que dicen: ‘Dios conoce mi corazón. Lo que vale es lo que está en el corazón’ están usando como soporte bíblico, las palabras que Dios dirigió a Samuel cuando el profeta vió a Eliub, y pensó que Eliub era el ungido de Jehová. Pero Eliub no era el ungido. “Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Sam. 16:6,7. Si el corazón (el interior) está bien, el exterior lo va a demostrar. Se puede aparentar que se está bien cuando no es verdad. Lo que es imposible es estar mal internamente, y producir buenos frutos.
Santiago nos está indicando que si los frutos no aparecen, es porque no existe esa experiencia de fe. Fe significa: ‘creencia, convicción moral, seguridad, fidelidad’ y plena confianza en Dios. Hoy día es lamentable que, por no aclarar el significado de la palabra pistis en su idioma original, las personas se han hecho a la idea, que fe es creer como una aceptación intelectual. Fe es creer y confiar. Una persona puede creer sin confiar, pero no puede confiar sin creer, porque para confiar se necesita tener la certeza, la seguridad, la convicción. Heb. 11:1. Tan necesario era entender ese punto, que Santiago añadió: “Tu crees que Dios es uno; bien haces. Tambien los demonios creen y tiemblan.” Sant. 2:19. ¿Significa acaso que por solo creer en Dios, los demonios van a ser salvos?
Fue fantástico que Santiago hiciera esta declaración, porque nos aclara que la retórica en asuntos de salvación no funciona, y no es aceptable. Simplemente, en relación con la fe, si no la tienes, no la tienes! Porque si la tuvieras, se manifestaría. Este texto no está estableciendo una rivalidad entre la fe y obras. Enfatiza la importancia y la realidad de la fe. Si una vida falsa intenta generar frutos para demostrar que tiene fe, no le sirve de nada, porque a Dios no lo podemos engañar. En cambio una vida genuina no tiene que ser presionada para generar frutos, porque como lo enseña la naturaleza: Si el árbol tiene vida y está alimentado con los nutrientes necesarios, los frutos se producen automáticamente.
¿Por qué es necesario aclarar ese punto de los frutos? Por dos razones:
1. Porque la salvación depende primariamente, de una auténtica relación con Dios en la cual se incorporan a la vida del ser humano, los principios, valores e indicaciones de Dios; esto se logra solo con la ayuda del Espíritu Santo y se nota en las decisiones que se toman día a día. La persona está diciendo a través de las decisiones que toma, quién es Dios en su vida. Está diciendo si Dios es Supremo o no. Los principios y valores de Dios tienen prioridad sobre principios y valores humanos. La fe es como el amor: Si lo tienes, lo tienes, y se manifiesta sin que se utilice la fuerza.
2. En segundo lugar los frutos son necesarios en el cristianismo, porque por la falta de frutos en el judaísmo, el Señor Jesús declaró: “Os digo que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43. Así fue como el reino de Dios se transfirió del judaísmo al cristianismo. Si el cristianismo no produce los frutos, entonces nada logró el Señor con la transferencia del reino al cristianismo. Y tome nota de lo siguiente:
Los judíos no dieron los frutos esperados, porque Dios no era el centro de su vida. Si en el cristianismo tampoco se ven los frutos, es porque Dios tampoco es el centro de la vida de esa persona. Entonces, ¿Qué debemos hacer? ¿Multiplicar las predicaciones para hacer ver que es urgentísimo producir frutos? Definitivamente no! Lo que necesita la iglesia hoy es, seguir el consejo de Dios a la Iglesia de Laodicea: “Te aconsejo que de mi compres oro refinado en fuego.” Apoc. 3:18. Es necesario permitir que Dios sea Dios, y que Dios vuelva a ser el centro de las agendas, la predicación, la acción y la verdadera misión de la iglesia.
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word: inter/magazine/salvation/lafesinobras-1R sp Revised Sep. 14, 2021.