¿Qué es tener una condición? Una condición, es una situación indispensable (es decir, absolutamente necesaria), para la existencia de la otra. Muchas veces no prestamos la debida atención a estas palabras (o frases), condicionantes. Las palabras o frases condicionantes que aparecen en la Biblia indican que si no se cumple con la condición, no se obtiene lo prometido. En Deuteronomio, Moisés exhorta al pueblo de Israel a considerar ‘seriamente’ las instrucciones y condiciones de Dios. Por esa razón Deut. 4 comienza diciendo: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis” Deut. 4:1. Las leyes, mandamientos, decretos, estatutos y ordenanzas incluyen a veces condiciones. Este texto escrito en 1.405 a.e.c., sería la directriz divina para la nueva generación; talvez suena mejor decir ‘para las nuevas generaciones’ y allí nos incluye a nosotros.
Dios con su presciencia sabía lo que iban a decidir y por ello les advirtió sobre las consecuencias: “Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales te llevará Jehová.” Deut. 4:27. Dios añadió: “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma, lo hallarás.” Deut. 4:29-31. La palabra condicional ‘si’ fue dirigida a la nueva generación y no fue solamente si: ‘Si buscares a Jehová’ es el primer si condicional. El otro dice: ‘Si lo buscares de todo tu corazón’. Cuarenta años antes (en 1.445 a.e.c.) en el Monte de Sinaí, el Señor se dirigió a la primera generación de israelitas que salió de Egipto y les dijo: Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro y me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Exo. 19:5,6. Es una frase condicionante para la primera generación insraelita.
No es solo en Deuteronomio que encontramos palabras o frases condicionantes. Durante el reinado de Salomón en el siglo X a.e.c. cuando se terminó la construcción del templo, el Señor le dijo a Salomón: “Yo he oído tu oración; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Cro. 7:11-14. Frecuentemente ignoramos las palabras condicionantes y vamos directamente a la promesa de Dios. Además, en esta frase no hay solo una condición sino varias condiciones. Cuando no se cumplen las condiciones, Dios no va a responder. Tome nota: no es solo orar y el Señor autoriza lo que queremos; las cosas no funcionan así.
Moisés habló de las condiciones que Dios estableció para que su pueblo pudiera recibir la restauración y la bendición: “Cuando te arrepintieres y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a la voz de Jehová tu Dios…con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.” Deut. 30:1-3. El vocablo condicionante es ‘cuando’. Dios les dijo claramente que cuando ellos (los israelitas) se arrepintieran, se convirtieran y obedecieran de todo corazón (no de mentiritas), Jehová respondería. Así fue en el pasado, así es en el presente, y así será en el futuro.
¿Por qué es importante el libro de Deuteronomio para nuestro tiempo? Porque al fracasar el Israel literal, el Señor decidió intentar de nuevo con el Israel espiritual, conformado por doce apóstoles judíos (no fueron doce sacerdotes judíos). En la logística divina, los doce apóstoles debían utilizar el nuevo modelo identificado con la palabra gr. ekklesía. Los apóstoles tendrían la responsabilidad de aclarar y explicar el verdadero sentido, utilidad y propósito de todas las indicaciones dadas por Dios mediante leyes, mandamientos, decretos, estatutos y ordenanzas.
Insistimos: No fue la religión judía (o religión hebrea) la que falló; fueron los sacerdotes quienes eran los dirigentes espirituales de Israel. No era necesario organizar una nueva religión; los doce apóstoles serían los representantes del reino de Dios (véase Mat. 21:43) y su deber era cumplir ‘la misión original’ dada a Israel; adicional a eso, el Señor les señaló la ‘gran comisión’. Las indicaciones dadas por Dios que Israel no la puso en práctica, ahora el Israel espiritual (judíos y gentiles) debía aplicarlas. El libro de Deuteronomio indicó cuál el camino al Israel literal e igualmente señala el camino para el Israel espiritual. ¿Comprendemos ahora, por qué es importante? Si la iglesia no sigue el camino señalado por Dios en Deuteronomio, estará incurriendo en el mismo error que el Israel literal.
La revelación profética indica a la iglesia de hoy que: “Las palabras que Dios dirigió al antiguo Israel encierran una solemne amonestación para la iglesia actual y sus dirigentes.” E. G. White, Palabras de Vida del Gran Maestro, pag. 251.4 (el punto 4 indica que lo encontrará un poco antes de la mitad de esa página). De igual manera se enfatizó que: “Los principios presentados en el libro de Deuteronomio para la instrucción de Israel, deben ser seguidos por el pueblo de Dios hasta el fin del tiempo.” Notas de E.G. White, La verdad presente en Deuteronomio, pág. 62.7. Esto nos indica que, la situación espiritual que enfrentó Israel también sería la situación que enfrentaría el pueblo de Dios en todos los períodos históricos descritos en los mensajes a las siete iglesias.
A Israel se le mostró ‘el camino’, y ese mismo camino, incluye el mismo conocimiento, la misma instrucción, los mismos principios, los mismos valores, el mismo plan, la misma solución y la misma promesa, que la iglesia de poner en práctica en el modelo de la ‘ekklesía’. Antes de espaciarnos en otras cosas y conformar un ‘Programa de Entretenimiento Espiritual’ para la iglesia local, los dirigentes del momento deben prestar atención cuidadosa a las indicaciones de Dios en el libro de Deuteronomio y proveer el ‘Programa de Reavivamiento Espiritual’ que la iglesia necesita según lo señalado en Apoc. 3:14-22 y Apoc.14:6-20.
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