Por Mario Niño, Dmin.
Al aproximarnos a la conclusión de esta serie que se ha propuesto clarificar la importancia de Deuteronomio para el pueblo de Dios en todos los tiempos, la pregunta que debemos hacer es: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. Estás en lo correcto de que esa pregunta está relacionada con el apóstol Pablo. Mejor digamos que esa pregunta está relacionada con Saulo de Tarso, un piadoso judío que fue enseñado a los pies de Gamaliel. Saulo era fervoroso y dedicado a defender al pueblo de Dios, con leyes elaboradas por Dios, con un santuario diseñado por Dios, y un ministerio establecido por Dios. Lamentablemente Israel no entendió que las cosas establecidas y ordenadas por Dios, no pueden desplazar a Dios de su lugar; no pueden estar por encima de Dios. En este tiempo la ekklesía establecida por Dios, tampoco puede ubicarse por encima de Dios y desplazarlo de su lugar de prioridad, pues comete el mismo error que Israel.