EL SÍNDROME DE LAODICEA-1R

Laodicea era el nombre de una de las siete iglesias ubicadas en la provincia romana de Anatolia, Asia Menor, y hoy forma parte de Turquía. El fracaso de Israel como pueblo de Dios, llevó al establecimiento del cristianismo. Con un núcleo de doce apóstoles judíos, que no eran doce sacerdotes judíos, se formó la iglesia cristiana, la cual debía cumplir con la misión importante de: Representar  a Dios, sus principios y valores.

Es necesario aclarar que el judaísmo como religión no falló; quienes fallaron fueron los dirigentes religiosos judíos. Ellos, junto con los jueces, eran responsables de  transmitir, enseñar y aclarar los principios y valores del reino de Dios, pero no lo hicieron. No debían hablar o enseñar retóricamente de un ideal, sino de una experiencia que les había transformado. Esta experiencia les impediría cometer injusticias, auxiliarían a la viuda, al huérfano, al necesitado. Sus decisiones judiciales serían limpias, transparentes, y las naciones observarían que Israel era diferente, no por lo que decían, sino por lo que hacían. Zacarías el profeta, en el año 520 a.e.c. registró el siguiente resultado:

“Y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos…y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová…En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.” Zac. 8:21-23. Así, mediante un ‘efecto centrípeto’, se generaría la oportunidad para que las naciones vinieran a Jerusalén para conocer al Dios de Israel.

Tristemente, lo que era importante-y-prioritario’ fue reemplazado en las agenda de los dirigentes del pueblo de Israel, por lo que a criterio de ellos, era urgente. Olvidaron que cuando Dios indica algo, eso es lo importante-y-prioritario. No son los dirigentes humanos los que determinan lo importante y prioritario, pues Dios lo decide. Por otro lado, lo urgente ‘nunca’ debe reemplazar a lo importante-y-prioritario. Es verdad que los dirigentes de Israel hicieron cosas indicadas por Dios, pero no, las cosas prioritarias de Dios. Lo clave no es ‘estar ocupado haciendo la obra de Dios’, sino estar comprometidos con lo prioritario que Dios ordenó. ¡No somos nosotros los que definimos qué es lo importante y prioritario!

Por 1.500 años antes de la era cristiana (a.e.c.), los dirigentes religiosos habían ignorado este concepto importantísimo que les llevó a no reconocer el Mesías cuando apareció. El Señor Jesús informó a los judíos la decisión que Dios había tomado: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43. Esta declaración permitió que un núcleo de doce apóstoles judíos (y enfatizo que no eran doce sacerdotes judíos), formaron lo que hoy conocemos como la religión cristiana o la iglesia cristiana (la palabra religión indica el modelo de adoración, la palabra iglesia señala el modelo de organización administrativa).

En el primer siglo el cristianismo tuvo un éxito extraordinario al proclamar el evangelio. Cincuenta años después, todo se fue al piso porque ‘perdieron el primer amor’. Al revelarse al Apóstol Juan lo que sucedería con la iglesia cristiana a través de los siglos, los períodos históricos no se identificaron usando el  calendario romano, o hebreo, y el calendario gregoriano aún no existía (se estableció en 1.582 años después, por el papa Gregorio XIII). Dios identificó los siete períodos históricos con los nombres de las siete iglesias del Asia Menor: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Esos siete períodos, señalaban a la iglesia cristiana específicamente, no a siete iglesias diferentes o independientes. 

El Síndrome de Laodicea es “el conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación generalmente negativa” que identifica al cristianismo con sus 44.000 denominaciones en que se ha dividido. El Síndrome de Laodicea afecta corporativamente e individualmente. Afortunadamente Dios incluyó la fórmula para salir de esa situación. Es responsabilidad del dirigente religioso aplicar la fórmula a nivel corporativo, y de cada miembro de iglesia aplicarla a nivel individual. Lo uno no reemplaza lo otro. Se necesitan las dos experiencias.

La fórmula comienza diciendo: “Por tanto, yo te aconsejo que de mi compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra las vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.” Apoc. 3:18. Debemos interpretar correctamente cada palabra, cada figura, cada símbolo. La fórmula acertada, no falla. Sacude la frialdad y la indiferencia religiosa, y reubica lo importante en el lugar que le corresponde. Lamentablemente la iglesia como el ente corporativo, no le ha dado la importancia que tiene y los miembros a nivel individual hacen lo mejor que pueden hacer, dentro de sus conocimientos.  

Por ejemplo, la responsabilidad indicada por Dios desde el año 95 e.c. de ‘recuperar el primer amor’ fue ignorada por la Iglesia de Éfeso, que identifica a la iglesia apostólica del primer siglo. La misma iglesia cristiana en el segundo siglo y hasta principios del cuarto siglo, tampoco recuperó el primer amor y en cambio se enfrascaron en la discusión acerca de la naturaleza de Jesucristo. Olvidaron que Moisés en el año 1.405 a.e.c., dijo: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más la reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre…” Deut. 29:29. No es nuestra responsabilidad descubrirle los secretos a Dios, como todavía intentan algunos en nuestros días. ¿Y en el último período de Laodicea, se ha logrado recuperar el primer amor?

No es justo condenar al judaísmo porque no dió frutos, cuando el cristianismo tampoco los está dando. Los frutos sí son necesarios y son imprescindibles, cuando son frutos legítimos, no cuando son imitaciones. Las imitaciones son apariencias falsas de una realidad interna. El consejo de Dios es: “Te aconsejo que de mi compres…” Apoc. 3:18. Si se sigue el plan de Dios como debe ser, los frutos aparecen automática y espontáneamente. Por eso, hay que permitir ‘que Dios sea Dios’ y que Dios vuelva a ser el centro en las agendas, en la predicación, y en la acción de la iglesia. No es una retórica acerca de Dios donde se pronuncie el nombre Dios, muchas veces. Es una experiencia personal con Dios que permite la transformación del carácter al modelo divino y se ven los resultados. 

La única forma de permitir que Dios sea real en la vida de la ‘ekklesía’ o en la personal, es aplicar la fórmula divina de Apoc. 3:14-22. La prioridad es promover el “Reavivamiento Espiritual”, y no un Entretenimiento Espiritual. La incorrecta interpretación de la Palabra de Dios ha generado miles de caminos que conducen a la patria celestial, cuando la realidad es que solo hay un camino. Solo hay una verdad . Como dijo Jesús: “Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:14-16. No es la ekklesía la que determina, mejora o reemplaza el camino trazado por Dios. Millares de cristianos están tranquilos porque piensan que donde está, y como están, están bien, cuando la realidad no es esa. Tome nota, para no tener sorpresas en la clasificación que se aplicará en el juicio final. Buena suerte.  

Envíe sus comentarios a: nino@andrews.edu (indíque el país y la ciudad). Si necesita mayor orientación sobre el reavivamiento espiritual, vea en YouTube el video: Reavivamiento en Laodicea – Pr. Mario Niño. (Tel. +1 305 273-9012 WhatsApp).               

word: inter/magazine/leadership/Laodicea-1R sp                                                                                            Revised Jun. 15, 2022

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