Es necesario enfatizar que los asuntos indicados por Dios ‘no son negociables’ ni pueden ser desviados. Nos referimos a los principios, valores e instrucciones del reino de Dios. Moisés fue claro al instruir: “Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado, no os apartéis a diestra ni a siniestra.” Deut. 5:32. Pregunto: ¿Qué es lo difícil de entender en ese mandato ni a diestra ni a siniestra? Conclusión: Nada ni nadie debe estar por encima de Dios, ni mucho menos tomar el lugar de Dios.
El período histórico de Tiatira del año 538 a 1.798 e.c. totaliza 1.260 años. Esta época se describe como la edad media o edad oscura, donde los mismos dirigentes de la iglesia fueron los que le hicieron el mayor daño al cristianismo. La unión de la iglesia y el estado introducido por Constantino fue diferente en oriente que en occidente. En oriente, predominaba la cultura y el idioma griego, con cuatro sedes del cristianismo: Jerusalén, Antioquía de Siria, Alejandría en Egipto y Bizancio (Constantinopla). En occidente, predominaba la cultura greco-latina, el latín como idioma oficial y una sola sede del cristianismo en Roma.
En el 284 e.c. empezó a gobernar Caius Aurelius Valerius Diocletianus, líder de origen croata que innovó la administración del imperio. Él renunció en el año 305 e.c. dejando dos augustus (dos emperadores mayores) y dos césares (dos emperadores menores), con dos secciones del imperio para facilitar la administración: El Imperio Romano Occidental y el Imperio Romano Oriental. Las rivalidades internas y la desconfianza hizo que en el año 312 e.c. el modelo de tetrarquía establecido por Diocleciano terminara.
Al quedar Constantino como único emperador, el Senado Romano aprobó el cambio de la sede de Roma a Bizancio (la actual Istanbul en Turquía). Este cambio se concretó a partir del año 329 e.c. Constantino cambió el nombre de Bizancio por el de Constantinopla y no previó que Imperio Romano Occidental enfrentaría una crisis política, militar, económica y una amenaza territorial por las invasiones de pueblos germanos y anglo-sajones, que finalmente ocasionó la caída de Roma en el año 476 e.c.
Con la caída del Imperio Romano Occidental y la ausencia de un líder político, el obispo de Roma tomó fuerza como árbitro en las discrepancias civiles. Hasta este momento, no se había establecido el papado, ni el cristianismo occidental se había convertido en Iglesia Católica Romana; era simplemente la iglesia cristiana de occidente. Aunque ahora la sede del imperio estaba en Constantinopla, el obispo de Roma continuó reclamando la primacía (primus inter pares). En la historia partir del 476 e.c. con la caída de Roma, el Imperio Romano de Oriente es el Imperio Bizantino por estar su sede en la antigua ciudad de Bizancio.
¿Qué ocurrió con la iglesia cristiana occidental? Se adoptó el sacerdocio cuando el sacerdocio no fue transferido del judaísmo al cristianismo. Se introdujo el bautismo de los niños cuando el mandato fue: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Mar. 16:15,16. La expresión ‘el que creyere’ no incluye a niños recién nacidos que todavía no tienen la capacidad de analizar, razonar y decidir. En el desarrollo humano esto ocurre a su debido tiempo. El bautismo de los niños incluía automáticamente a los niños como fieles católicos, cuando el propósito del bautismo es identificar a los fieles que reconocen la soberanía de Dios y aceptan la supremacía de Dios.
Surgió el papado y el colegio cardenalicio como la autoridad suprema. Se introdujo la adoración de la virgen María y de los santos como intermediarios de la salvación. Tanto la virgen como los santos fueron seres humanos, y las Sagradas Escrituras describen claramente el estado del ser humano cuando muere: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro (sheol), adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Ecl. 9:10.
Pretender que los santos y la virgen están vivos e interceden ante Dios, es caer en el mismo engaño y sostener la misma mentira, como ocurrió con los sacerdotes egipcios al aseverar que hay vida después de la muerte y que el faraón al morir, se convertía inmediatamente en el dios Osiris, quien presidía el juicio que otorgaba o negaba la vida eterna. El libro de Eclesiastés confirma que: “Los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.” Ecl. 9:5. “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Gen. 2:7.
Cuando Dios retira o suspende el soplo de vida, el cuerpo inerte se convierte de nuevo en polvo de la tierra; simplemente elementos químicos. El ser viviente ya no piensa, ya no decide, ya no siente, ya no sabe. ¡Ha dejado de existir! Es como cuando un carpintero une tablas de madera previamente cortadas y con los clavos, hace un cajón. Si unos días después quita los clavos, tiene ahora un montón de clavos y unas tablas de madera. ¿Y qué pasó con el cajón? Se desbarató. Ya no hay cajón.
Es triste decirlo pero, el cristianismo en el período histórico de Tiatira, se salió del camino, cayó en el precipicio y ahora es algo completamente diferente a la iglesia apostólica establecida por el Señor para cumplir el propósito original que debía haber cumplido el pueblo de Israel. Se puede decir del cristianismo como lo dijo el poeta: “Si te ví, no te conozco; si te conozco, no sé quién eres”.
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