En Grecia, el presbítero era el líder civil, reconocido en las poblaciones griegas. Convocaba a los ciudadanos para que en consulta mutua, decidieran los proyectos o necesidades prioritarias de la comunidad. El presbítero no era un religioso, ni mucho menos un sacerdote. El cristianismo adoptó ese modelo de liderazgo designando en las congregaciones a un presbítero-religioso que no era un sacerdote. Al cristianismo no se le transfirió el sacerdocio levítico de Israel. En el primer siglo e.c. (era cristiana), no existían ni la iglesia católica en occidente, ni la iglesia ortodoxa en el oriente. Todos los creyentes eran cristianos, es decir, seguidores del Cristo (El Mesías).

Quién envió el mensaje a la iglesia cristiana en este período histórico de Filadelfia, se describe como: “El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.” Apoc. 3:7. Es la Deidad misma hablando por medio del Hijo de Dios. Lo encomiable en este período histórico de Filadelfia es que dicha generación se interesó en guardar la Palabra de Dios (Apoc. 3:10). Recordemos que en el siglo XVI se disparó el interés por traducir las Escrituras Sagradas a múltiples lenguas, y se facilitó la divulgación de los escritos sagrados entre la población, gracias a la reforma protestante y al descubrimiento de la imprenta. 

La falla de la Reforma Protestante (que aún hoy no se ha rectificado), fue entregar la Biblia al pueblo, sin darle una instrucción en cuanto a: cómo está organizada la Biblia, cuál es el propósito de cada sección, cuál fue el propósito principal por el cual el Señor entregó la revelación a Moisés en forma escrita. Leemos la Biblia y pensamos que la estamos estudiando, pero leer no es lo mismo que estudiar. Lo que sucedió en el período de Filadelfia, fue el avivamiento espiritual generado por las investigaciones de Guillermo Miller, feligrés bautista. ¿Cómo fue influenciado Miller y terminó generando este movimiento millerita? Vamos a analizarlo un poco.  

En Siglo XVIIl aún en el período de Sardis (1.730-1.740), se inició el ‘Primer Gran Despertar’ o avivamiento espiritual que se extendió por la Europa protestante, el Reino Unido y las colonias de inglesas en el Nuevo Mundo. Los ‘padres peregrinos’ formaron por un grupo de puritanos religiosos que al final Siglo XVI (siglo de la reforma protestante), decidieron emigrar a los países bajos, y al Nuevo Mundo (1.620 Siglo XVII), porque estaban descontentos con la situación religiosa en Europa. Fueron 102 hombres, mujeres y niños que anhelaban un lugar donde pudieran vivir con plena libertad religiosa. Salieron de la ciudad inglesa de Plymouth, y llegaron a Jamestown, Virginia, fundando las colonias unidas de Nueva Inglaterra en lo que hoy conocemos como los Estados Unidos. Un peregrino, era el creyente que realiza un viaje a un templo o lugar sagrado como muestra de su fe religiosa. Se hacían estas peregrinaciones a Jerusalén y a Roma.

El Segundo Avivamiento Espiritual (o Segundo Gran Despertar), surgió en Norteamérica entre 1.790-1.840. Fueron cincuenta años en los cuales los protestantes que vivían en norteamerica se convencieron que ‘con solo predicar’ en Estados Unidos la iglesia cristiana no estaba cumpliendo la ‘Gran Comisión’ que ordenaba predicar el evangelio eterno a todos los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Apoc. 14:7 

Guillermo Miller en la primera parte del Siglo IXX generó un impacto que impresionó a muchos. Miller fue un predicador-laico bautista, militar y campesino, que participó en la guerra civil entre 1.812-1.816. En esos años perdieron la vida muchos de sus amigos y conocidos que estaban bajo su mando en el regimiento. En 1.816 él mismo pensó que la muerte también podría alcanzarle, y en medio del fuego en las trincheras, elevó una oración a Dios, prometiéndole que si salía con vida, se dedicaría su vida al estudio de la Bíblia.

Miller cumplió lo que prometió, y por cinco años (1.16-1.821) estudió la Biblia texto por texto, sacando la conclusión que la profecía: “hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” Dan. 8:14, se refería al fin del mundo. Interpretó que los 2.300 días terminarían el 22 de octubre de 1.844 con la purificación del santuario (interpretada como la venida de Cristo y el fin del mundo). Esta errónea interpretación produjo el gran chasco millerita.

¿En qué falló Miller? Falló en intentar descubrirle los misterios (secretos) a Dios. Moisés registró claramente: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre.” Deut. 29:29. Aún hoy muchos siguen ‘explorando’ el libro de Apocalipsis para descubrirle los secretos a Dios. Es mejor respetar los linderos o líneas rojas que Dios estableció. Lo lamentable es que, mientras gastamos tiempo en descubrir los misterios de Dios, no hacemos las cosas esenciales que Él indicó. Es decir: Hacemos lo que nodebemos hacer, y dejamos de hacer, lo que debemos hacer.

Es mejor permitir que Dios sea Dios. Seguir las indicaciones descritas en los libros sagrados como la que dice: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Éste es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” Isa. 30:21. El chasco millerita trajo frustración y vergüenza. Los milleritas expulsados de diferente iglesias protestantes, no se atrevían a regresar a sus iglesias de origen por la burla y la condenación.

Quedaron del Chasco Millerita de 1.844: 1. Los evangélicos adventistas que observaban el domingo, 2. Los Adventistas del Séptimo Día, que en 1.848 aceptaron el séptimo día como el día legítimo establecido por Dios en la semana de la creación Gen. 2:1-3. En la semana de la creación aún no existían ni católicos, ni protestantes, ni judíos, y el séptimo día no fue establecido para identificar una religión ni una liturgia que identificara una agrupación religiosa.

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