En el capítulo 5 de Isaías se describe “la viña de Jehová” y se registró el siguiente lamento: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! Isa. 5:20. Y se está hablando aquí de Jerusalén, la capital de Israel. Esta desviación y alteración del plan de Dios, llevó a Dios a tomar la decisión: “Por tanto, os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43. Así se establece y se transfiere el reino de Dios del judaísmo al cristianismo.
Veinte siglos ya pasaron y la iglesia cristiana en el último período histórico de Laodicea se describe así: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que tu eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apoc. 3:17. ¿Por qué la iglesia cristiana (la ekklesía), llegó a esta situación? La respuesta es: Por la misma razón que Israel llegó a esa situación. Afortunadamente, la descripción histórica del cristianismo incluyó en cada período una solución.
En el caso de Laodicea, el mensaje describe en primer lugar la situación, y en segundo lugar la solución. Es como si el Señor estuviera diciendo: Este es el problema y esta es la solución. Señala la causa y también los resultados. Bajo este esquema de ‘Problema vs. Solución’ es que debe estudiarse cuidadosamente el mensaje a Laodicea. Si solo se describe el problema, lo único que estamos haciendo es agravar la situación, porque no resuelve nada. Varios predicadores hemos cometido ese error pensando que con la descripción del problema, alguien se interesará en la solución, y esto no es verdad.
¿Quién es el ‘ángel’ en Laodicea? El ángel es el que tiene la responsabilidad de lograr la solución. El mensaje dice: “Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea”. Necesitamos aclarar quién es ‘el ángel’. El Señor llamó a doce apóstoles (no doce sacerdotes). Ellos cumplieron su misión y al final del primer siglo se nombraron presbíteros, para dirigir las iglesias. En el modelo griego de la ekklesía (grupo de ciudadanos), el presbítero era el dirigente reconocido por su conocimiento, su sabiduría, su influencia y su experiencia. Este modelo griego de administración-civil fue adoptado en la administración-eclesiástica de la iglesia cristiana. El presbítero recibió el llamado de Dios, y si lo aceptó, pues es el directo responsable por llevar a la práctica la fórmula indicada por Dios.
Mientras la responsabilidad corporativa recaía sobre el presbítero, la responsabilidad individual era del creyente. Comprender esto es importante. El dirigente corporativo no es responsable por las decisiones que le corresponde tomar al individuo; tampoco el individuo es responsable por las responsabilidades y decisiones que debe tomar el dirigente. Lo uno no reemplaza lo otro, porque en este diseño, lo uno es complemento de lo otro. Por tanto, es importante que el dirigente espiritual asuma su responsabilidad ante Dios porque por eso fue llamado.
Si en el mensaje a Laodicea ‘el ángel’ se cruza de brazos o se dedica a realizar ‘otras cosas’ que para él son convenientes, estaremos en una situación verdaderamente crítica y difícil, con consecuencias lamentables, porque al no prestar atención a lo indicado por Dios los fieles tendrán que enfrentar el juicio final con el riesgo de ser clasificados en el segundo grupo que lo conforman los que no recibirán la vida eterna. La urgencia no es anunciar la venida del Señor, sino enfatizar la importancia de la preparación para lograr ser clasificados en el primer grupo.
Analicemos el texto con cuidado, porque cuando Dios dice que quienes no tengan el ‘vestido de bodas’ no entrarán al reino de Dios, esa declaración es verdadera. La admisión en el reino de Dios requiere dos requisitos (no solamente uno): Primero se debe aceptar al Mesías y en segundo lugar, debe tener el vestido de bodas. El vestido de bodas es una metáfora que se refiere a la transformación del carácter. *Si desea mayor información, consulte el libro Palabras de Vida del Gran Maestro, (PVGM) capítulo 23 y 24. Los dos capítulo aclaran la situación.
El problema de la frialdad e indiferencia espiritual en Laodicea tiene solución, pero los dirigentes espirituales tienen que enfrentar la situación y poner manos a la obra. Si no se toma con seriedad ese desafío, es muy difícil que se arregle. Cuando Dios llama a alguien, lo llama para que siga las instrucciones de Dios que están descritas a partir del capítulo 4 del libro Deuteronomio (los capítulos 1-3 contienen una breve descripción histórica que Moisés escribió para las nuevas generaciones). En el libro de Deuteronomio se señala ‘el camino’ que Dios ha indicado tanto para Israel en el Antiguo Testamento, como para la ekklesía en el Nuevo Testamento. La pregunta del Señor también es: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Isa. 6:4
La buena nueva debe incluir la aclaración sobre los requisitos de Dios para ser partícipe del reino porque aunque el Mesías se sacrificó, no significa que cualquiera puede entrar de cualquier forma. Debe estar apropiadamente vestido. La persona debe reconocer y aceptar la soberanía de Dios. Debe llevar al terreno de la práctica los elementos distintivos de la supremacía divina en el ser humano. Es verdad lo que dijeron Pablo y Silas: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tu y casa.”Hech. 16:31. Aquí no se señala una creencia retórica. Se habla del un creer que conduce a confiar, a confiar plenamente en Dios; “también los demonios creen y tiemblan” Sant. 2:19
En cualquier nivel donde usted sea ‘el ángel’ usted tiene el deber sagrado de motivar, aclarar y ayudar al grupo de seres humanos bajo su cargo a fin de que comprendan claramente los requerimientos y advertencias de Dios. Si el ángel falla, el primero que está en peligro es él mismo y también la grey que encomendaron a su cuidado.
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