RECONSTRUCCIÓN EN LAODICEA-10

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apoc. 3:17. El dicho popular dice que ‘no hay peor ciego, que el que no quiere ver’. Veamos ahora cómo define el Diccionario de la Lengua Española los términos identificados con Laodicea: Desventurado es una persona que padece una desgracia. Miserable es la persona ruin, desdichada. Pobre, es la persona que no tiene lo suficiente para vivir. Ciego, es la persona que no puede ver, y Desnuda es la persona que no está cubierta de ropa.

Si usted piensa que la situación de la ekklesía en el período de Laodicea es grave, yo diría que es más que eso, porque humanamente no se puede solucionar. Se soluciona únicamente con la fórmula divina, pero, si ‘el ángel’ no quiere, o no se atreve a aplicar la fórmula, entonces no hay solución posible. Analizaremos en detalle la fórmula.

El bloqueo mental que sufre Laodicea por vivir ‘una realidad ficticia’, nos lleva a pensar que somos, lo que no somos, y tenemos, lo que no tenemos. Por lo tanto, se produce una confusión de valores  llegando a la conclusión equivocada de afirmar que “de ninguna cosa tengo necesidad”, y cerramos la puerta de nuestra mente a cualquier persona que podría ayudarnos. ¿Será por esto que la fórmula para Laodicea incluye ‘abrir’ la puerta?  Porque no hay cosa más difícil de abrir en este mundo, que una mente cerrada.

¿Acaso Israel tuvo un problema similar? Isaías registró: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! Isa. 5:20. La confusión de valores nos llevan a concentrarnos en lo que no es lo más importante, y por otro lado a no hacer lo que sí es importante.

Otro de los problemas de Laodicea es que no está ni en un lado, ni en otro. No es ni frío, ni caliente, y Laodicea está tranquila con su ‘status quo’ es decir con la situación. Es como si dijera: Como estamos, estamos bien, con la triste realidad que así como estamos, estamos mal. Tome nota que esta es la descripción divina que se encuentra en el libro de Apocalipsis capítulos 1-3.

En todo proceso de investigación, la mente del investigador debe estar abierta a descubrir o percibir un conocimiento nuevo. Así como ocurre en la ciencia y en la tecnología, debe ocurrir en la investigación bíblica. Si además de ello, se realiza la investigación con el proceso correcto, la conclusión será una sola y será la misma, no importa quién realice la investigación. Así es como en el estudio del álgebra los estudiantes llegan a la respuesta correcta cuando siguen el proceso correcto.

Consideremos ahora, la fórmula de solución que comienza diciendo: “Por lo tanto, yo te aconsejo que de mí…” Apoc. 3:18. El que aconseja, es el mismo que tiene la solución; y el que aconseja es “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.” Apoc. 3:14. El texto define claramente que el que aconseja y el que soluciona es la segunda persona de la divinidad. Al aplicar la solución divina al problema de Laodicea, se debe comenzar por conocer a Dios. ¿Quién es Dios? ¿Por qué Dios hace lo que hace? ¿Por qué Dios, aparentemente no responde, o no soluciona?

Estas preguntas exigen respuestas, y esas respuestas Moisés las compiló en libro de Deuteronomio, que se amplían, se aclaran y se explican aún más con los escritos de los profetas, y con los otros escritos (históricos, poéticos y de sabiduría). En realidad tenemos un caudal de conocimiento que se ha preservado, no para ser leído, sino para ser estudiado, investigado, escudriñado. Leer solamente, es bueno, pero no es suficiente. La orden imperativa dada a los dirigentes judíos de entonces y los dirigentes espirituales de hoy, es la misma: Escudriñad.

El que tiene la responsabilidad de llevar a la práctica las indicaciones de Dios es ‘el ángel’ (el dirigente espiritual), porque él es el que tiene en su mano el tomar la iniciativa, el preparar la agenda para que una junta la estudie, porque es el que motiva, el que da sentido de urgencia, el que enfatiza lo que es prioritario, el que cita o convoca, y que implementa los acuerdos de la junta. El dirigente espiritual recibió el llamado para seguir las indicaciones de Dios, no para adelantar su propia agenda.

La historia de Israel y del cristianismo se ha caracterizado por ignorar o aplicar livianamente las indicaciones de Dios. Si ‘el ángel’ no cumple con su responsabilidad, nadie puede tomar su lugar ni arrebatarle el liderazgo por la fuerza. La ekklesía se entretiene mucho tiempo en el cumplimiento de ‘la gran comisión’ de predicar el evangelio, pero la gran comisión cumple solo una parte del propósito o misión. La ran comisión no desplaza ni anula el propósito de Dios.

 En el Monte de Sinaí Dios explicó la razón por la cual había organizado a Israel como un pueblo especial. Podemos estudiar por nuestra propia cuenta Lev. 11:45 donde se describe que Israel y ahora la ekklesía, debían en primer lugar reconocer y aceptar la soberanía de Dios, y luego facilitar la transformación del carácter del israelita/y del cristiano a través del proceso de santificación. Estos dos elementos básicos producirían el cambio que daría como resultado un testimonio vivo y un compartir las buenas nuevas. ¿Cuánto tiempo más debemos esperar para cumplir la verdadera misión de la iglesia?

Envíe sus comentarios a: nino@andrews.edu (indique el país y la ciudad desde donde nos escribe). Mayor información sobre el propósito o la Misión de la Iglesia, lo encontrará en www.inter-religioso.com  ventana MISION.

word: inter/magazine/leadership/Laodicea-10 sp                                                                                             Revised Oct. 5, 2022

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