En Israel, los primeros 1.500 años de su existencia, los sacerdotes-levitas tenían la responsabilidad de estudiar e interpretar la Biblia, pues eran los dirigentes espirituales. La revelación de Dios se daba al profeta, y él, la escribía en un rollo que se colocaba en el santuario. Las familias hebreas no tenían los rollos sagrados en sus casas.

En el cristianismo, por 1.500 años ocurrió algo similar; tanto los apóstoles, como los ancianos de iglesia (gr. presbíteros), tenían la responsabilidad de enseñar y aplicar, lo que Dios indicó. Es oportuno aclarar que las familias cristianas en general, tampoco tuvieron las Sagradas Escrituras en sus hogares, y que en el tiempo de Israel y en la edad media, el índice de analfabetismo fue muy alto, lo que se convirtió en una barrera, para leer los escritos sagrados.  

Con la reforma protestante luterana y la invención de la imprenta, muchos tuvieron acceso a la Biblia, pero al no recibir capacitación en cuanto a cómo estudiarla, no pudieron seguir el proceso y las reglas establecidas para estudiar e interpretar correctamente. Es como en el álgebra: Si sigues las reglas y el proceso, se logra interpretar correctamente y la respuesta o conclusión será la misma. Hoy tenemos más de 44.000 interpretaciones, y todo por no seguir el proceso correcto. 

Leer es diferente a estudiar. Usted puede leer, sin estudiar, pero no puede estudiar, sin leer. Para encontrar la verdad, debemos comenzar por los primeros libros escritos por Moisés. La torah, o Ley de Moisés, contiene las instrucciones que Dios le dio al pueblo de Israel como leyes, mandamientos, decretos, ordenanzas y estatutos. Se incluyeron igualmente leyes civiles porque la nación de Israel fue establecida como un estado político en el Medio Oriente. El cristianismo en cambio, no fue establecido como una nueva nación o estado político. Tenemos entonces tres secciones en la Biblia: Instrucciones, Profetas y Otros Escritos que forman la sección histórica, junto con los libros poéticos y de sabiduría, y forman los Otros Escritos Luc. 24:44). Veamos los detalles: 

DIVISIONES	HEBREO	PROPÓSITO
Instrucciones	Torá	Señalar el camino indicado por Dios.
Profetas	Nebihim	Aclarar, corregir y reprender los desvíos del pueblo.
Otros Escritos	Ketubim	Sección histórica y poética de lo que le sucedió a Israel.

Instrucciones: Libros de Moisés escritos entre 1.500-1.410 a.e.c. (antes de las era cristiana, también conocida como era común). Fueron cuatro fueron: Génesis, Éxodo, Levítico y Números. 

En 1.405 a.e.c., el Señor le indicó a Moisés que escribiera de nuevo lo que le reveló, para la nueva generación que cruzaría el Jordán. Así fue como Moisés compiló y produjo el libro Deuteronomio, que llegó a ser el quinto libro o Pentateuco. El libro Deuteronomio contiene los asuntos esenciales del reino de Dios. Allí se señala “el Camino” que se debe seguir: “Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” Isa. 30:21. La generación que cruzó el Jordán fue la quinta generación, e incluye a toda nueva generación desde entonces.

Profetas. Es la sección que contiene los libros de: Isaías siglo VIII a.e.c., Jeremías siglo VII a.e.c., y Ezequiel siglo V a.e.c., además de los libros de los profetas menores desde Daniel hasta Malaquías, en los respectivos siglos. Por la extensión de los escritos, estos libros se clasifican como Profetas Mayores,  los más extensos, y Profetas Menores, los escritos más cortos. 

Otros Escritos. Es la tercera sección y contiene los libros poéticos, históricos y de sabiduría, como los Salmos, Eclesiastés y Proverbios. Contienen consejos útiles, producto de chascos y frustraciones y sirven de ayuda a las nuevas generaciones para que el pueblo de Dios se libre del dolor y el sufrimiento que generan los errores y equivocaciones sean personales y corporativas. 

¿Cuál es la diferencia entre estas tres secciones? La primera sección define “el camino” que el Israel literal y la iglesia cristiana debían seguir. La segunda sección (los profetas), registra la intervención de Dios ante un pueblo que se había desviado del camino. Por esa razón, los escritos de los profetas aclaran, enfatizan y enseñan la manera correcta de interpretar, llevar a la práctica y regresar al camino tal como Dios lo indicó. Los libros proféticos reprenden al sacerdote, al rey y a los jueces, porque no cumplieron con sus responsabilidades al ignorar y aplicar mal las indicaciones de Dios. Los culpables en desviar del camino a Israel fueron los dirigentes religiosos, así como sucede hoy en la era cristiana. Lo que falló no fue la religión hebrea, fueron los dirigentes religiosos hebreos. 

Al estudiar la Biblia tengamos en cuenta el propósito y objetivo de cada sección. Si Israel no se hubiera desviado del camino, no se hubieran escrito los libros de los profetas. Las Sagradas Escrituras fueron entregadas a los dirigentes espirituales, quienes debían instruir al pueblo. Israel fracasó, por no seguir el camino. Moisés escribió: “Ahora, pues, Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis y viváis…No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.” Deut. 4:1,2

El fracaso en seguir el camino llevó a Israel a perder el reino. Jesús les dijo: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” Mat. 21:43. Así se transfirió el reino, del judaísmo al cristianismo. La iglesia cristiana (es decir, la ekklesía), debía cumplir el propósito original de Dios para Israel como pueblo especial: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.” Deut. 7:6. ¿Está cumpliendo la iglesia hoy el propósito original de Dios para el pueblo especial? 

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“CONOCIENDO EL MUNDO DE LAS RELIGIONES Y LAS RELIGIONES EN EL MUNDO

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