1. Motivación. El mensaje a la iglesia cristiana en el período histórico de Laodicea describe un período en el cual no se siente la necesidad ni la urgencia de conocer la Palabra de Dios. Peor aún, el miembro de Laodicea piensa que está bien y no se da cuenta que está mal. Para agravar la situación aún más, la autosuficiencia lo lleva a pensar “de ninguna cosa tengo necesidad” Apoc. 3:14-22. Se requiere una motivación externa para que la persona se interese en estudiar la Biblia.
2. Conocimiento. Para obtener el conocimiento necesitamos identificar el marco histórico para saber qué sucedió, dónde, cuándo, cómo y por qué el Señor lo permitió. Se necesita conocer el significado de las palabras en su idioma original, pues no siempre una palabra traducida a otro idioma encuentra en el idioma receptor un vocablo similar. Es necesario conocer el marco cultural, político, y la sustentación teológica, pues los requerimientos para ser admitidos en el reino de Dios son iguales en todas las épocas.
La gracia barata afirma que ‘Dios estableció las cosas fáciles para los del Nuevo Testamento’. Esto no es verdad y no sería justo por parte de Dios. La solución del pecado y la recuperación de la eternidad no son tan fáciles como las proclaman algunos predicadores. Por algo a Laodicea se le dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido…” Apoc. 3:21. Este es un conflicto entre el bien y el mal donde el ser humano no posee recursos propios para vencer y por ello requiere de una ayuda externa y esta es: La ayuda divina.
3. Interpretación. La interpretación es el resultado de la investigación. Si el investigador o estudiante de la Biblia hace un buen trabajo, va a llegar a la conclusión correcta. ¿Un ejemplo? En el cristianismo muchos han creído que el día de adoración correcto es el primer día de la semana. Afirman que el séptimo día o sábado fue dado en el Monte de Sinaí en 1.445 a.e.c. solamente para los judíos. Eso es completamente falso, pues la decisión de adoptar el séptimo día sábado como el día de reposo, la tomó Dios en la primera semana de la creación. Gen. 2:1-3, mientras que la reunión en el Monte Sinaí fue en 1.445 a.e.c. esto es, 2.500 años después de la creación.
En la primera semana de la creación no había ni judíos, ni católicos, ni protestantes, ni musulmanes. El séptimo día fue una decisión autónoma de Dios, y nadie debe alterarla. El séptimo día (sábado), fue ratificado e incorporado en el Sinaí cuando Dios entregó los Diez Mandamientos.
Decir que, el sábado es el antiguo pacto dado para los judíos, es una ilustración clara de una interpretación equivocada. Hoy día, millones de cristianos adoran y se congregan en el día equivocado; no en el día correcto establecido por Dios, desde el comienzo del mundo.
4. Aplicación. Esta etapa es tan importante como las otras. ¿De qué sirve tener el conocimiento correcto, si ese conocimiento no se lleva a la práctica? De ser así, se convierte solo en un ejercicio intelectual de cultura general. El estudio y la interpretación correcta no garantizan que la persona lo lleve a la práctica, porque para aplicarlo requiere más que la fuerza de voluntad. En el cristianismo muchos pensamos que estamos bien cuando la realidad muestra que estamos mal, y el problema de estar bien o estar mal, tiene consecuencias eternas diferentes.
5. Resultados. Los resultados son “los frutos” que se menciona en la Biblia. El pueblo judío perdió el privilegio de seguir siendo representante del reino de Dios porque no produjo los frutos. Jesús dijo: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él. Mat. 21:43. Por ello surgió el cristianismo en el primer siglo e.c. Lo preocupante es que el cristianismo tampoco está dando los frutos esperados; se ha generado una verdadera confusión religiosa al fragmentarse en más de 44.000 denominaciones.
¡No es lo mismo estar bien que estar mal! El estar bien en los caminos de Dios garantiza vida por la eternidad, mientras que estar mal asegura un regreso a la inexistencia (muerte eterna). Esa decisión tiene que ver con la pregunta: ¿Dónde esperamos pasar la eternidad? La opción es: Seguir el camino señalado por Dios. Los que la rechacen la invitación regresarán a la inexistencia. No estarán por la eternidad en un infierno de fuego. Ese concepto falso se introdujo en la edad media para infundir terror; además, el juicio final no se hará por religiones, ni por corporaciones, ni por iglesias, ni por familias. El juicio es individual. Cada persona que haya vivido o viva aún, tendrá que dar cuenta a Dios por las decisiones que tomó o ignoró, o rechazó, en relación a los requerimientos de Dios.
Deberíamos tomar en cuenta el siguiente consejo en cuanto al estudio de la Biblia:
“Debe haber estudio sincero y diligente investigación. Las percepciones claras y exactas de la verdad no serán nunca la recompensa de la negligencia…Es esencial para los adultos y los jóvenes no solamente leer la Palabra de Dios, sino estudiarla con fervor y consagración, orando e investigando para hallar la verdad como tesoro escondido… Nuestra salvación depende de nuestro conocimiento de la verdad contenida en las Escrituras. Es la voluntad de Dios que nosotros poseamos dicho conocimiento. Investiguen, investiguen la preciosa Biblia con corazones hambrientos.” E. G. White, Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 84.7 (el punto siete indica que la referencia se encuentra después de la mitad de esa página).
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CONOCIENDO EL MUNDO DE LAS RELIGIONES Y LAS RELIGIONES EN EL MUNDOword: inter/magazine/howtostudy/cómoestudiar-2R sp Revised Mar. 19, 2023