Por Mario Niño, DMin.

La exégesis es una interpretación que puede ser correcta o incorrecta. Esta es la razón por la cual el cristianismo se dividió en más de 44.000 denominaciones utilizando la Biblia como su libro sagrado, pero fallando en brindar una interpretación correcta. Por ello es importante aclarar el proceso para interpretar correctamente y poder llegar al objetivo anhelado. Ese proceso se llama hermenéutica. Para quienes no se sienten cómodos con las palabras teológicas, vamos a explicarlo evitando esos términos.

Algunos olvidaron enfatizar que la exégesis es una interpretación que El proceso para interpretar correctamente requiere recorrer las siguientes etapas: 1. Motivación, 2. Conocimiento, 3. Interpretación, 4. Aplicación, y 5. Resultados (Frutos) Las etapas se deben recorrer en ese orden y aquí alterar el orden de los factores sí modifica el resultado.

1. Motivación. El mensaje a la Iglesia de Laodicea describe un período en el cual no se ve ni la necesidad ni la urgencia de conocer correcta y detalladamente la Palabra de Dios. Peor aún, el miembro de Laodicea piensa que está bien y no se da cuenta que está mal. Para agravar la situación, la autosuficiencia lo lleva a pensar que “de ninguna cosa tengo necesidad” Apoc. 3:14-22. Se requiere una motivación externa para que la persona se interese en investigar la Biblia.

2. Conocimiento. Para obtener el conocimiento necesitamos identificar el marco histórico para saber qué sucedió, dónde y cuándo sucedió, y por qué el Señor lo permitió. Necesitamos conocer el significado de las palabras en su idioma original y no siempre al ser una palabra traducida a otros idiomas encuentra en el idioma receptor un vocablo similar. Es necesario conocer el marco cultural, político, y la sustentación teológica, pues los requerimientos para ser admitidos en el reido de Dios son iguales en todas las épocas. 

La gracia barata afirma que Dios estableció las cosas fáciles para los del Nuevo Testamento y difíciles para los del Antiguo Testamento. Esto no lo haría un Dios justo. La solución del pecado y la recuperación de la eternidad no son tan fáciles como las proclaman algunos predicadores. Por algo a Laodicea se le dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido…” Apoc. 3:21. Este es un conflicto entre el bien y el mal donde el ser humano por causa de la contaminación del pecado no posee recursos propios para vencer y requiere de una ayuda externa que Dios está dispuesto a conceder, si se aceptan sus condiciones. 

3. Interpretación. La interpretación es un resultado. Si el investigador o estudiante de la Biblia hace un buen trabajo, va a llegar a la conclusión correcta. ¿Un ejemplo? En el cristianismo muchos han creído que el día de adoración correcto es el primer día de la semana. Afirman que el séptimo día o sábado fue dado en el Monte de Sinaí en 1.445 a.e.c. y solamente para los judíos. Eso es completamente falso pues la decisión de Dios de adoptar el séptimo día sábado, como el día de reposo, la tomó en la primera semana de la creación. Gen. 2:1-3. La reunión en el Monte Sinaí fue realizada en 1.445 a.e.c. unos 2.500 años después. 

Otro detalle importante: En esa primera semana de la creación no había ni judíos, ni católicos, ni protestantes, ni musulmanes. Fue una decisión autónoma de Dios que nadie puede alterar. El séptimo día o sábado fue ratificado en el Monte de Sinaí cuando Dios entregó en tablas de piedra los Diez Mandamientos; decir que el sábado es el antiguo pacto dado solo para los judíos es una ilustración clara de una interpretación equivocada. Hoy día millones de cristianos adoran y se congregan en el día equivocado y no se dan cuenta que no es el día correcto.

4. Aplicación. Esta etapa es tan importante como las otras. ¿De qué sirve tener el conocimiento correcto, si ese conocimiento no se lleva a la práctica? De ser así, se convierte solo en un ejercicio intelectual de cultura general. El estudio y la interpretación correcta no garantizan que la persona lo lleve a la práctica porque para aplicarlo requiere más que la fuerza de voluntad. En el cristianismo muchos pensamos que estamos bien cuando la verdad es que estamos mal y el problema de estar bien o estar mal tiene consecuencias eternas.

5. Resultados. Los resultados son “los frutos” que se menciona en la Biblia. El pueblo judío perdió el privilegio de seguir siendo representantes del reino de Dios porque no produjo los frutos que Dios esperaba: Las palabras de Jesús fueron: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él. Mat. 21:43. Así es como surge la iglesia cristiana o iglesia apostólica, término que identifica al cristianismo del primer siglo cuando vivían los apóstoles. Lo preocupante es que el cristianismo tampoco está dando los frutos esperados y ha generado una verdadera confusión religiosa al dividirse en más de 44.000 denominaciones

No es lo mismo estar bien que estar mal. El estar bien en los caminos de Dios garantiza vida por la eternidad, mientras que estar mal asegura un regreso a la inexistencia o muerte eterna. Esa decisión tiene que ver con la pregunta: ¿Dónde esperamos pasar la eternidad? Y…la única opción es: Se debe seguir el camino señalado por Dios. Los que la rechacen, regresarán a la inexistencia y el consuelo es que no estarán por la eternidad en un infierno de fuego. Ese es un concepto falso que se introdujo en la edad media para infundir temor, yo diría terror. Recuerde que el juicio final no se hará por religiones, corporaciones, o iglesias. El juicio será individual donde cada persona que haya vivido o viva aún, dará cuenta de sus decisiones.

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