Los mensajes de Isaías intentaron recuperar a todo el pueblo de Israel que se encontraba dividido en dos reinos: Al norte el Reino de Israel y al sur, el Reino de Judá. Dios advirtió que el mensaje era serio. El Reino de Israel tenía casi veinte años de oportunidad para corregir su rumbo y regresar al camino. Israel no lo hizo y en el 722 a.e.c. el Reino de Israel fue llevado en cautiverio por el Imperio Asirio. Quedó como única esperanza el Reino de Judá. La historia registra que del pueblo de Israel que Dios estableció, solo quedaba Judá, de donde se desprende el término judío. Es triste decirlo, pero Judá tampoco reaccionó ante las advertencias de Dios a pesar de conocer lo que le ocurrió al Reino de Israel. Judá tuvo cien años más de oportunidad y en el 605 a.e.c. el primer grupo de cautivos judíos fue llevado a Babilonia por imperio gobernante para entonces. Judá perdió sus tierras, su autonomía como nación, su templo y su identidad; había olvidado su razón de ser, es decir, la razón por la cuál fue establecido como un pueblo especial. En vez de concentrarse en lo señalado por Dios se concentraron en otra cosa. Una cosa es cierta: Dios habla en serio.
El propósito principal en el libro de Isaías es: Conocer a Dios. Como lo expresó el Dr. Roy Gane, profesor de Antiguo Testamento de la Universidad de Andrews: En el libro de Isaías debemos conocer al Dios de Isaías. Ese Dios no es otro que el mismo Dios de Adán, de Noé, de Abraham, de Moisés…y se pueden añadir nombres hasta llegar a nuestros días para incluir nuestros nombres en la lista. Es el mismo Dios suyo y mío; sus advertencias deben tomarse con toda seriedad. Nuestra responsabilidad es con Dios y no debemos colocar nada delante de él: “No harás para ti escultura, ni imagen de alguna cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios.” Deut. 5:8. Esto significa que Dios debe tener la prioridad, la primacía, la soberanía. Moisés escribió: “En el principio…Dios” Gen. 1:1. Según el Diccionario de la Real Academia Española, un principio es un primer instante, un punto que se considera primero en una extensión, una base u origen o la razón por la cual se procede. Identifica la causa que explica la razón de ser de algo o de alguien. Los judíos colocaron por encima de Dios, a la torah (leyes y mandamientos de Dios), su santuario, sus ritos, sus sacerdotes; todas fueron legítimamente designadas por Dios, pero en ningún momento debían desplazar a Dios de su lugar que le corresponde.
El propósito del libro de Isaías es conocer quien es Dios: Sus planes, sus problemas, sus soluciones, sus instrucciones, su metodología, sus principios y sus valores. Al captar la verdad acerca de Dios, el siguiente paso es: ¿Qué voy a hacer con Dios? Y Dios le presenta a cada ser humano una sola opción: Aceptar a Dios como el Dios de su vida. Cada ser humano considera esa oferta que viene acompañada de requisitos y debe tomar una decisión. Aceptarlo o rechazarlo. Los que aceptan a Dios, serán reconocidos como sus hijos y recuperarán la vida eterna. Los que decidan rechazar a Dios y su oferta de pertenecer a su reino, ellos mismos determinan su destino, que es la inexistencia, porque la vida es existir. Quien deja de existir, no está en una nube o en otro mundo; ni siquiera en una tumba o en unas cenizas. La persona dejó de existir. La filosofía griega nos cambió los conceptos correctos sobre la vida y nos dejó una serie de fantasías que muchísimos las creen. Al final de todo, lo que cuenta es lo que dijo Dios, lo que hizo Dios y lo que ofreció Dios. La ekklesía es un instrumento (un medio, no un fin), y en ningún momento debe reemplazar a Dios. Dios debe ser el centro del culto, de la adoración, de la predicación, de la enseñanza, de las agendas personales y eclesiásticas, y del accionar equilibrado de la ekklesía!
Nuestra situación hoy día es similar a la situación del pueblo de Israel en los días de Isaías. Tenemos la ekklesía (término griego que significa iglesia, y que señala a un grupo no a un edificio). La ekklesía también tiene sus leyes, sus templos, sus rituales y sus dirigentes religiosos. La ekklesía también fue establecida por Dios como Israel, y fue una decisión divina; un núcleo de judíos fue designado como apóstoles (gr. apóstolos significa enviados). Dios no estableció el sacerdocio para la ekklesía. Los apóstoles fueron enviados para aclarar y rectificar las enseñanzas de la religión judía. El problema no era la religión judía, sino los dirigentes judíos que malinterpretaron y así enseñaron al pueblo. ¿Resultado? Se perdieron los dirigentes y se perdió el pueblo. Jesús aclaró las cosas que se habían orientado en otra dirección. Él dijo: “Oisteis que fue dicho a los antiguos…pero yo os digo.” Mat. 5:21,27. Hoy también tenemos problemas con los dirigentes religiosos en cuanto a la interpretación correcta. La única manera de lograr una interpretación correcta es realizar el proceso de investigación correcto. Si no se sigue el proceso correcto, las conclusiones serán incompletas, incorrectas y parcialmente verdaderas. Qué respuesta daremos cuando Dios pregunte: ¿Que hiciste con lo que te indiqué? No se confíe con la sensación de que estamos bien, cuando estamos mal. Con la creencia que vamos bien, y resulta que vamos mal.
Estas investigaciones bíblicas que realiza El Instituto de Estudios Religiosos están dirigidas a creyentes de cualquier denominación religiosa. Les invita a considerar a Dios en primer lugar. No podemos dar las cosas por ciertas y verdaderas; debemos por nosotros mismos confirmar que son ciertas y verdaderas. Nuestros padres obraron de buena fe con lo que sabían y eso nos enseñaron. No estamos irrespetando a nuestros padres cuando comprobamos la verdad por nosotros mismos, pues la verdad cuando es verdad sale airosa y victoriosa. Recuerde que Jesús dijo a quienes tenían las Sagradas Escrituras: “Escudriñad las escrituras; porque a vosotros os parece que en ella tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi. Juan 5:39. Escudriñar significa cavar, profundizar, investigar. Jesús no dijo que solamente debemos leer. Tenemos las Sagradas Escrituras y también la responsabilidad de investigar siguiendo el proceso correcto, para llegar a interpretaciones verdaderas. Nuestro destino depende de lo que decidamos en cuanto a Dios.
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“CONOCIENDO EL MUNDO DE LAS RELIGIONES, Y LAS RELIGIONES EN EL MUNDO.
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